Un beso, una sonrisa
Espero al tranvía. Viene abarrotado. Me siento, porque alguien me cede cortésmente su plaza. Sin duda, mis 87 años se hacen patentes. Otra parada. Entra un grupo de jóvenes. Entre ellos, una agraciada muchacha levanta la mano y reclama la atención: «Somos el grupo Rasmia de poesía joven de Zaragoza y estamos inundando con nuestra lírica todos los ambientes de la ciudad». Y comienza su recital: es una denuncia de nuestro estúpido consumismo, y las estrofas, arropadas por el estribillo «Compra, gasta, consume», toman como temas la Navidad, el outlet, Black Friday, San Valentín, días del Padre, de la Madre, Enamorados, rebajas… Termina: «¿Esto nos hace felices? ¡No, nos esclaviza! Compra sonrisas, gasta abrazos, consume alegría». Todos aplaudimos. Me levanto y digo a la muchacha: me ha gustado mucho, te voy a dar un beso. Queda sorprendida. Se lo doy y me dirijo a la salida, porque anuncian mi destino. No obstante, vuelvo la cabeza temiendo haber molestado a la muchacha, pero ella me envuelve en una cálida sonrisa. Me apeo. El tranvía se aleja y el tañido de su prosaico timbre me suena a campanas de gloria.