Qué es la violencia
Nuestra noción de violencia ha sido modelada por lo que se nos presenta como tal en portadas de periódicos y titulares de telediario. En su forma más obvia es una rodilla clavada en el cuello, una turba que asalta el Capitolio, fuerzas del orden que arrastran manifestantes o arramblan con urnas de voto. Sin embargo, estamos rodeados de otras formas de violencia menos evidentes, casi imperceptibles debido a su diacronía, pero más perniciosas por la amplitud y duración de sus efectos. En los años sesenta, el sociólogo noruego Johan Galtung acuñó el término 'violencia estructural' para definir este fenómeno. Hace una década, Rob Nixon añadió un vocablo, slow violence. En la violencia lenta, la mella llega con los años y, si bien los autores pueden no ser evidentes, las víctimas sí se distinguen. Tiene lugar cuando una sociedad perjudica a sus ciudadanos a través de las
"El cometido de nuestros padres y abuelos –construir una democracia– era mucho más arduo que el nuestro –mantenerla–. Y sin embargo..."
desigualdades sociales o sanitarias, el racismo, el sexismo... El impacto es tangible, pero la culpa es difícil de atribuir. Puede etiquetarse como violencia estructural la permisividad de la legislación medioambiental, que llega a crear geografías tóxicas; la atrofia de los mecanismos de ascenso social, que lastra sanas ambiciones o impide escapar de la pobreza; el capitalismo de amiguetes, que lucra a unos pocos pero merma el potencial de creación de riqueza para el país. Aunque lo difuso de estas violencias hace que escapen al alcance del enjuiciamiento, tanto la acción política como un periodismo de menos calco y más reflexión pueden ayudar a mitigar este velado ensañamiento del sistema contra los que menos se lo pueden permitir. JESÚS MANUEL SUÁREZ LISTE. CRASSIER (SUIZA)