"L S LA IARES S N LA AJA NE RA DEL PLANETA"
Escucharla es como para echarse a temblar. Pero es urgente y necesario. Nacida en Oviedo, esta estudiosa advierte que los glaciares están vivos y que «se están muriendo». Asegura que su desaparición pone en jaque la habitabilidad del planeta dentro de 50 años.
Aunque se doctoró en Matemáticas, María del Carmen Domínguez (Oviedo, 1969) descubrió su auténtica vocación después de asistir a una charla del famoso espeleólogo español Adolfo Eraso sobre el glaciar Perito Moreno. Desde entonces, esta exploradora y experta en glaciares ha llevado a cabo más de 60 expediciones a regiones como la Antártida, Patagonia, Siberia o Islandia. En 2001, ella y Eraso pusieron en marcha el proyecto Glackma, que ha desarrollado un método único para el estudio del cambio climático midiendo la descarga de los glaciares a través de una red de estaciones distribuida en diferentes puntos del planeta. El resultado: dos décadas de datos sobre el brutal deshielo de las regiones más gélidas de la Tierra y su impacto en el clima. Galardonada con el premio Diálogo a la Amistad HispanoFrancesa 2020, Karmenka –el apodo por el que se la conoce– se declara cansada de la inacción de los gobiernos ante las evidencias irrefutables de la emergencia medioambiental.
XLSemanal.
¿Cuál es la situación de los glaciares en el mundo? María del Carmen Domínguez.
Hay tres tipos de glaciares según la temperatura del hielo. En los polares, el hielo está por debajo de cero grados en su totalidad; en los subpolares, algunas zonas están a bajo cero y otras no. En los temperados, todo el glaciar está a cero grados. A esa temperatura hay hielo, pero también agua. Y ahí es donde ocurre el fenómeno del criokarst, que es la formación de cuevas cuando el hielo se funde. El problema no es solo el deshielo, sino que los glaciares están cambiando de hábitos.
XL.
¿A qué se refiere? M.C.D.
En los glaciares polares antes no había descarga, pero empieza a haberla. Es decir, los polares empiezan a tener hábitos de subpolares; los subpolares, de temperados; y los temperados... están desapareciendo. Es una tendencia global.
XL.
¿Cuándo deja de ser el deshielo un proceso natural para ser un fenómeno preocupante? M.C.D.
Cuando en el balance anual hay más pérdida de hielo que aporte nuevo. Los glaciares están vivos, la nieve que cae forma hielo nuevo. Pero este también se va perdiendo por efecto de la temperatura atmosférica y por el agua de los océanos.
XL.
¿Qué papel desempeñan los glaciares en el clima? M.C.D.
En una nevera, tú tienes alimentos y tienes hielo. Si el hielo se funde, los alimentos se estropean. Lo mismo ocurre en la Tierra: las regiones polares mantienen el clima tal y como lo conocemos. Y se están fundiendo. Así que el clima, que propicia condiciones cómodas para los seres humanos, va a cambiar.
XL.
¿Y qué nos dicen los glaciares de cómo ha sido el clima a lo largo de la historia del planeta? M.C.D.
Los glaciares son la caja negra del planeta. Las burbujas que quedan atrapadas en el hielo contienen la composición de la atmósfera en el momento en que cayó esa nevada. En la Antártida se han analizado burbujas de hasta 800.000 años de antigüedad. Gracias a eso sabemos que ha habido nueve glaciaciones en la Tierra. No quiere decir que no haya habido más, pero de momento conocemos esas.
XL.
¿Y qué hemos aprendido de esos análisis paleoclimáticos? M.C.D.
Por ejemplo, que el contenido de CO2 en la atmósfera es más bajo en las épocas frías, como las glaciaciones, y más alto en las calientes, o eras interglaciares. Hasta mitad del siglo XIX, el CO2 ha oscilado entre 180 y 280 partes por millón. Ahora estamos en 414 partes por millón. Es una burrada.
XL.
¿El aumento del nivel del mar está igual de acelerado? M.C.D.
Ya estamos viendo que las corrientes marinas están cambiando. Y si eso está ocurriendo... lo que se nos viene encima es gordo.
XL.
Llevan dos décadas midiendo la descarga de los glaciares a través del proyecto Glackma. ¿Qué les indican los datos? M.C.D.
Empezamos en 1997, cuando compramos una sonda con nuestros ahorros. Llegamos a tener ocho estaciones, cuatro en cada hemisferio, ubicadas en distintos tipos de glaciares, ahora mantenemos seis. Primero comprobamos que, entre 1987 y 2000, la descarga glaciar se había duplicado. Pero nuestro asombro fue mayor cuando se volvió a duplicar entre 2003 y 2006. Y no ocurría en un solo glaciar. Era una tendencia global. Los datos hablan de un deshielo brutal.
XL.
¿Cómo afecta el deshielo a los ecosistemas polares? M.C.D.
El agua de los glaciares va directamente al mar y eso afecta a la cadena
"Las regiones polares son las que mantienen el clima tal y como lo conocemos, propicio para los seres humanos. Se están fundiendo, así que el clima va a cambiar"
alimentaria y a la fauna marina. Esa descarga glaciar puede tener un gran aporte sólido de los fondos rocosos de los glaciares, que en algunas zonas son arcillas ferrosas. Por eso, cuando hay descargas, las bahías de aguas cristalinas se tiñen de marrón rojizo. Y eso impide, por ejemplo, que la radiación solar llegue de la misma manera a los organismos marinos.
XL. A este ritmo, ¿qué futuro les espera a los glaciares? M.C.D.
En la Antártida, cada vez habrá más descarga glaciar; y Groenlandia, donde antes el criokarst casi no existía, está prácticamente minada. Y, por supuesto, los glaciares temperados están desapareciendo. ¿Qué pasará dentro de una década? Es muy difícil de predecir, pero mi sensación es que dentro de 50 años las condiciones de habitabilidad del ser humano se van a complicar muchísimo.
XL. ¿Hemos alcanzado ya el punto de no retorno? M.C.D.
Por mantener una actitud positiva, quiero pensar que aún hay tiempo. Mi optimismo reside en la inmediata reacción que el planeta tuvo durante el confinamiento, cuando bajaron los niveles de contaminación y algunos animales volvieron a ocupar sus hábitats. Pero tenemos que cambiar de verdad y no podemos esperar más. Además, hay que pensar una cosa: el punto de no retorno no será para el planeta, porque la Tierra ya ha sufrido variaciones importantes en el nivel del mar o en la temperatura media, sino para las condiciones de vida humanas.
XL. Después de todo esto, ¿qué les diría a los negacionistas del cambio climático? M.C.D.
Los negacionistas sin poder no me preocupan. No son demasiados y no tienen argumentos. Pero los negacionistas poderosos no es que sean escépticos, es que les interesa serlo porque tienen intereses políticos y económicos en juego. Yo, sobre todo, confío y apelo a las generaciones jóvenes, a los niños. Lo que está claro es que no funcionamos como sociedad. Hay que cambiar el modelo socioeconómico. Hay otros modelos y mucha gente que trabaja en hacerlos realidad. ¿Por qué no los escuchamos?
XL. Por cierto, ¿cómo es un glaciar por dentro? M.C.D.
Por fuera son blanquecinos, pero en el interior, debido al peso del hielo, se vuelven de un azul intenso. La entrada suele ser como un pozo de entre 30 y 200 metros de profundidad. Al llegar al fondo, se hacen más angostos, empiezan los meandros... A veces tienes que salir corriendo porque es un sistema de drenaje vivo y se llenan de agua. Y, aunque son bastante silenciosos, se puede oír la fusión continua del hielo. Es muy bonito.
"El interior de un glaciar no es blanco, es de un azul intenso. Y, aunque son bastante silenciosos, dentro se puede oír la fusión continua del hielo. Es muy bonito"