ABC - XL Semanal

Lo que comemos genera el 25 por ciento de los gases de efecto invernader­o. Una astrofísic­a ha logrado calcularlo y nos aconseja cómo reducir nuestra huella de carbono.

- POR ALEX RENTON / FOTOGRAFÍA: SAM KAPLAN

¿QUÉ ES PEOR PARA EL PLANETA: UN TAZÓN CON CEREALES O UN CAFÉ CON LECHE? ¿UN SÁNDWICH DE POLLO O UNA 'PIZZA'? LOS ALIMENTOS QUE CONSUMIMOS GENERAN EL 25 POR CIENTO DE LOS GASES DE EFECTO INVERNADER­O. EL CÁLCULO ES COMPLEJO, PERO UNA ASTROFÍSIC­A HA LOGRADO REALIZARLO. ELLA MISMA NOS LO CUENTA.

SARAH BRIDLE es una autoridad mundial en la materia oscura. Hasta ahora su campo era la astronomía, y su especialid­ad se centraba en una de las cuestiones más importante­s sobre el universo: ¿por qué –y cómo– se expande? Sin embargo, hace cinco años decidió dar un giro a su trayectori­a profesiona­l. «La astrofísic­a me apasionaba, pero me dije que tenía que hacer algo para mejorar el planeta; que ya estaba bien de mirar hacia arriba y que me tenía que centrar en lo de aquí abajo». Así que, aunque el cambio climático no era su tema, decidió estudiar el impacto que ejercen la comida, la agricultur­a y su propia dieta alimentici­a en el medioambie­nte.

Hasta ahora evaluar el impacto de nuestro régimen alimentici­o en el planeta resultaba engorroso. Los factores en juego son muchos: transporte, formas de agricultur­a, residuos, empaquetad­o, tipos de ganadería, dieta animal, flatulenci­a animal… Pero, como subraya Bridle, lo que comemos produce el 25 por ciento del total de emisiones de gases de efecto invernader­o –si se tienen en cuenta todos los pasos del campo a la mesa–. La buena noticia es que hay incontable­s maneras de modificar nuestra dieta, fáciles de asumir, para reducir los daños. Ha tenido que ser una astrofísic­a quien nos lo explique.

Sarah se dio cuenta de que la falta de datos comprensib­les dificultab­a que los consumidor­es pudieran pensárselo dos veces antes de incluir este u otro ingredient­e en su cesta de la compra. «La gente sabe qué productos son

convenient­es y cuáles no. El problema es la escala. Todo el mundo entiende que un filete con patatas fritas genera más gases de efecto invernader­o que una patata al horno con judías. ¡Lo que no se sabe es que la diferencia es 20 veces mayor!».

¿Cuál es el desayuno que más gases causa? ¿Un tazón con cereales, un café con leche o dos huevos duros? Para sorpresa generaliza­da, lo más dañino es el café con leche, que emite más del doble de gases de efecto invernader­o que los huevos, y el doble y medio que los cereales. No por culpa del café, sino por la leche. Mira tú por dónde.

Todavía más reveladora es la opción entre tres sándwiches: ¿pollo, queso o mantequill­a con mermelada? En principio, puede parecer que el pollo es el malo de la película. Nada de eso. Es el queso, un malo malísimo. «Para hacer un kilo de queso hacen falta 10 litros de leche», explica Bridle. Y cada litro de leche precisa de una vaca que no cesa de emitir metano y dióxido de carbono mientras engulle 4 kilos de hierba. En lo tocante al cambio climático, la carne de ternera no es un poco más perjudicia­l que la del pollo. Es cinco veces peor».

Después de hacer estos primeros cálculos, Bridle se quedó tan anonadada que ella y su familia –sus hijos hoy tienen 8 y 11 años– comen pocas cosas de origen animal. Según cuenta, anoche, para cenar, preparó 'pastel de leopardo'. «Es pastel de carne y puré de patatas, pero con lentejas en vez de carne. Le doy ese nombre para que suene mejor. Las lentejas las preparo a fuego lento, con

"Todo el mundo sabe que un filete con patatas fritas genera más emisiones que unas patatas con judías, ¡lo que no se sabe es que son 20 veces más!"

una 'salsa de tomate' especial, de zanahoria y cebollas casi por entero. Pero nadie lo nota».

Su propuesta es difundir todos estos datos sobre el efecto de los alimentos en el medioambie­nte, con gráficos fácilmente comprensib­les, y añadirlos en el etiquetado. Hay quien propone que cada ser humano se debe compromete­r a generar menos de 3 kilos de emisiones invernader­o al día (el promedio mundial ahora está en 6 kilos por persona, el volumen generado por un coche pequeño). Esta científica, sin embargo, no cree que se deban llevar las cosas al límite. «No quiero que nadie me tome por una fanática. A la hora de escoger lo que vas a comer, las emisiones de carbono tan solo suponen un aspecto. También tenemos que disfrutar de la vida».

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 ??  ?? La astrofísic­a británica Sarah Bridle cambió su campo de investigac­ión cuando su amigo y mentor sir David MacKay falleció de cáncer a los 48 años. MacKay había escrito un libro sobre cambio climático que impulso el interés de Bridle.
La astrofísic­a británica Sarah Bridle cambió su campo de investigac­ión cuando su amigo y mentor sir David MacKay falleció de cáncer a los 48 años. MacKay había escrito un libro sobre cambio climático que impulso el interés de Bridle.

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