ABC - XL Semanal

EL MAR MÁS DISPUTAD DEL MUND

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La soberanía del mar Meridional enfrenta a China con Taiwán, Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunéi, casi todos aliados de EE.UU. El conflicto se centra en las islas Paracelso y Spratly. La propiedad de estos archipiéla­gos daría libertad a su dueño para explotar sus aguas territoria­les, ricas en pesca e hidrocarbu­ros. Cada país reclama una parte, excepto Pekín que lo quiere todo. De hecho, ya ocupó ambos archipiéla­gos -hoy en aguas internacio­nales- y reclama íntegro el mar en base a una demarcació­n de nueve puntos que aparece en mapas de su última dinastía imperial. La zona es, además, un gran eje del tráfico internacio­nal de mercancías. Un tercio del transporte mundial pasa por aquí.

"Con China no hay un 'teléfono rojo' como entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Eso rebajaría la tensión en una situación caliente"

¿por qué construyen submarinos y portavione­s nucleares? ¿Por qué envían barcos al Báltico y al Mediterrán­eo? ¿Por qué levantan una base en el Cuerno de África? XL. China tiene tres bases en el extranjero; Estados Unidos, 800.

J.S. La mayor parte de nuestra infraestru­ctura militar global está donde está porque así lo quieren nuestros aliados. Tras la Segunda Guerra Mundial creamos una red de aliados. Nos resulta muy cara, pero nuestros amigos quieren que estemos ahí. Y, en cuanto a esa cifra de 800 bases que ha citado usted, solo hay 50 de envergadur­a, que tengan capacidad para varios miles de soldados. XL. Pero es mucho más de lo que tiene cualquier otro ejército. J.S. En realidad, China cuenta con muchas bases repartidas por todo el mundo. No tiene bases militares, pero sí controla puertos, como, por ejemplo, en Sri Lanka.

Además, Pekín acaba de cerrar un importante acuerdo de cooperació­n con Irán. XL. Pekín quiere estrechar lazos con Teherán. ¿China está copiando el modelo de Estados Unidos?

J.S. Lo que es seguro es que ha tomado buena nota de lo que ha hecho Estados Unidos durante estas últimas décadas. Cuando Pekín dice que no tiene una tradición de control global, puede que sea cierto desde un punto de vista histórico. Pero lo que está haciendo contradice esa afirmación. Y nos alarma. Cuando el presidente Xi Jinping explica dónde quiere estar China a mediados de siglo, suena a presencia internacio­nal relevante. Eso no significa que tengamos que ir a la guerra, pero sería ingenuo cerrar los ojos y decir que China no es un problema. XL. Usted fue comandante jefe de la OTAN en Europa. ¿Occidente necesita una alianza en el Pacífico para mantener a China en jaque? J.S. No creo que Asia reúna las condicione­s para crear una estructura como la OTAN. Pero pueden crearse foros –como el Quad, integrado por Estados Unidos, Japón, la India y Australia– que actúen como contrapeso a una China en ascenso. Todos miramos a China con preocupaci­ón: la India, por los recientes sucesos en el Himalaya; Japón, por sus disputas territoria­les en el mar de

China; Australia, por las agresivas prácticas comerciale­s chinas… Pero no creo que debamos crear una OTAN asiática. Sería lanzarle un mensaje demasiado provocador a China. XL. ¿Cómo se puede poner fin a la escalada actual?

J.S. Eso da para otra entrevista. Pero necesitamo­s más mecanismos de comunicaci­ón. Por ejemplo, no tenemos un 'teléfono rojo', como tenían Estados Unidos y la Unión Soviética en la Guerra Fría. Tampoco hay un acuerdo sobre cómo regular los incidentes en altamar. XL. Son medidas que también servirían para rebajar la tensión sobre las personas involucrad­as en esos incidentes.

J.S. Los militares que pilotan esos aviones o comandan esos barcos son muy jóvenes, muchos de solo 20 o 30 años. Yo tenía 36 cuando me dieron el mando de un destructor, y era el oficial de más edad a bordo. Estos jóvenes necesitan límites y controles, y sus superiores, una línea de comunicaci­ón directa con el otro bando para rebajar la tensión en una situación caliente. XL. La pandemia y el aislamient­o de las dos superpoten­cias parecen haber bloqueado muchos de los canales de comunicaci­ón entre las dos potencias.

J.S. Sí, y eso afecta a nuestras relaciones económicas, los intercambi­os culturales, académicos y sociales… En mi caso, también tiene una nota personal; mi hija mayor está casada con un ciudadano estadounid­ense de origen chino, médico de profesión. La pandemia ha acentuado las tensiones. A mi yerno le gritan e insultan por la calle porque tiene rasgos asiáticos. En el servicio de urgencias donde trabaja hay pacientes que no quieren que los atiendan asiáticos, por lo de la 'gripe china', como algunos llaman al coronaviru­s.

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 ??  ?? Stavridis con su esposa, Laura Hall. La mayor de sus hijas, Christina Anne, está casada con un médico estadounid­ense de origen chino.
Stavridis con su esposa, Laura Hall. La mayor de sus hijas, Christina Anne, está casada con un médico estadounid­ense de origen chino.

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