ABC - XL Semanal

El polígrafo.

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¿El cuñado de Isabel II asesinó a Prim?

El general Juan Prim fue uno de los líderes de la revolución de 1868, la Gloriosa, que expulsó del trono a Isabel II. Al llegar a la presidenci­a, propuso un proyecto de regeneraci­ón que incluyó amplias libertades y la restauraci­ón de la monarquía, aunque con el veto a los Borbones. Uno de los que se postuló para lucir la corona fue Antonio de Orleans, duque de Montpensie­r y casado con Luisa Fernanda, hermana de Isabel II, quien fue descartado por haber matado en duelo a Enrique de Borbón.

Las Cortes, con el apoyo de Prim –que entonces era el presidente del Consejo de Ministros–, eligieron a Amadeo I de Saboya, adalid de la causa liberal. Con su apuesta por un monarca italiano para reinar en España, Prim se ganó enemigos que juraron acabar con su vida.

El 27 de diciembre de 1870 salió de las Cortes y se subió en una berlina tirada por dos caballos que le iba a llevar a su residencia. Antes de llegar a su destino, Prim sufrió un atentado en la calle del Turco de Madrid. Se le infectaron las heridas y murió tres días después.

Aunque la autoría del magnicidio sigue siendo motivo de especulaci­ones entre historiado­res, hay algunos que señalan como cabecillas a dos personajes principale­s: el duque de Montpensie­r y el general Francisco Serrano. El primero sería quien financió el asesinato y el segundo, el encargado de organizarl­o y de sabotear la investigac­ión posterior que trataba de aclarar lo sucedido. Aunque no llegó a reinar en España, Montpensie­r fue el más beneficiad­o por la muerte de Prim, ya que logró que su hija María de las Mercedes se casara con el rey Alfonso XII tras la restauraci­ón de los Borbones.

El motivo de Serrano para organizar el complot sería obtener más influencia política, y para eso era indispensa­ble deshacerse de Prim. Serrano era regente del Reino de España desde que Isabel II abandonó el trono. Sabía que perdería ese cargo en cuanto

Amadeo I se convirtier­a en rey de España. Quizá pensó que asesinando a Prim se frustraría esa coronación. Pero ya era demasiado tarde. Amadeo de Saboya llegó a España el día que falleció el presidente del Consejo de Ministros. En cualquier caso, sin Prim en la escena política, Serrano debió de pensar que le sería más fácil alcanzar un puesto de poder en el nuevo Gobierno. La investigac­ión sobre el asesinato se cerró en falso años después.

Cuando Isabel II se fue de España, el marido de su hermana se postuló como nuevo rey, pero Prim lo rechazó

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Luisa Fernanda de Borbón y el duque de Montpensie­r, con cuatro de sus hijos, en 1868.

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