El Mundo Madrid - Weekend - Actualidad Económica
Inmobiliaria
El debate sobre la sostenibilidad del crecimiento económico ha vuelto a tomar protagonismo con los obstáculos que la ley de recuperación de la naturaleza está encontrando en el Parlamento Europeo. El desarrollo industrial y la transición energética no solo son incompatibles con un paso atrás en protección del medio ambiente, de los ecosistemas y de la biodiversidad, sino que sin su refuerzo no serán posibles. Europa no recuperará su papel en el mundo si no lidera la carrera de la sostenibilidad.
España no puede volver a repetir errores como la burbuja inmobiliaria cuyas consecuencias lastrarán nuestro crecimiento durante décadas. La economía española no ha terminado nunca de equipararse plenamente con las de resto de Europa porque arrastra errores históricos, algunos lejanos pero latentes como el fracaso de la revolución industrial en un siglo XIX nefasto política y socialmente, la Guerra Civil, la autarquía o la dictadura. Éxitos como el ingreso en Europa se vieron acompañados de fallos garrafales como la burbuja inmobiliaria.
Lo que nos sucedió con la burbuja inmobiliaria no puede volver a repetirse en otros sectores como la industria o la energía
Somos el resultado de todo ello, y por eso nos cuesta tanto maximizar el crecimiento y la productividad para generar empleo de calidad mientras se avanza en sostenibilidad económica, social y medioambiental.
Lo que nos sucedió con la burbuja inmobiliaria no puede volver a repetirse en otros sectores en los que proliferan propuestas formuladas desde criterios de absoluta y anticientífica insostenibilidad. No puede ser que mientras que la industria y el sector energético afrontan con ejemplaridad la transición energética otros sectores como la agricultura, la ganadería o el turismo no lo estén haciendo. La economía española no soportaría un colapso de esas actividades y su rescate.
Nuestro crecimiento y productividad siguen lastrados por decisiones de política económica adoptadas durante el ciclo económico que comenzó en 1993, hace 30 años, y que provocaron la burbuja, como la Ley del suelo de 1998. A pesar de la brutalidad de la crisis que estalló en 2008 seguimos sin poder alcanzar un diagnóstico común y compartido sobre la burbuja inmobiliaria y el hundimiento económico y financiero que vino después (burbuja que también alimentó la corrupción y erosionó la credibilidad de nuestras instituciones democráticas).
El Banco de España estima que el coste asumido por el Estado para rescatar al sector financiero superó los 100.500 millones de euros vía FROB, Fondo de Garantía de Depósitos, cuotas participativas, esquemas de protección de activos (EPAs), otras garantías y deuda asumida en la Sareb. Esa cantidad, sumada a la destrucción del 10% del PIB, supuso un coste de más del 20% del PIB del falso “milagro económico” de aquellos tiempos que ahora algunos pretenden reeditar.
Esos 20 puntos del PIB que todavía estamos pagando - más que todos los fondos NexGenerationEU juntos, ayudas y préstamos- suponen una inmensa carga para las generaciones más jóvenes de la que nadie quiere hablar. También explican por qué la inversión en I+D+i sigue lejos de los máximos precrisis, crece a menor ritmo y sigue por debajo de la media europea lejos de los objetivos marcados hace décadas (Cotec). Tras la crisis de 2008 las empresas, para sanearse, sacrificaron su ya jibarizada I+D+i mientras el sector público la destrozaba para pagar los plazos del rescate bancario.
La burbuja inmobiliaria sigue viva en forma de inmensa hipoteca sobre la economía española, una burbuja-hipoteca que además no hizo sino empeorar el problema del acceso a la vivienda en nuestro país. Desde que comenzó el ciclo económico de 1993 nadie ha podido acceder a una primera vivienda con normalidad “europea”. Esa anomalía afecta a toda la población española menor de 60 años.
Por la misma razón la economía española tiene menos capacidad y margen fiscal para impulsar las transformaciones que la revolución tecnológica y digital, la transición energética y el nuevo contexto geopolítico y de autonomía estratégica abierta obligan. Por ello también le sigue costando más tiempo y esfuerzo recuperarse que a la del resto de la UE. Hasta 2017 no se recuperó el PIB de 2008 –34 trimestres–, mientras que tras la pandemia el PIB previo registrado en 2019 no lo hará hasta este trimestre –13 después–. En ambas ocasiones se destruyó un 10% del PIB español, aunque fue muy distinto. Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria la actividad estructuralmente destruida - esencialmente ligada a la construcción- fue reemplazada muy lentamente por otras actividades. Durante la pandemia la estructura económica resistió mejor tanto por la naturaleza de la crisis –se paralizó la actividad– como por la calidad y sostenibilidad del tejido productivo y el acierto de las medidas de política económica aplicadas –ERTEs, NextGenerationEU, ayudas públicas, etc.– diseñadas desde principios de sostenibilidad. Confiemos en que desde la polarización no se repitan los errores de siempre.