El Mundo Nacional - Weekend - Actualidad Económica

Videovilig­ancia

- Julio Pomés es presidente de la Fundación Civismo.

Nadie se comporta del mismo modo en un espacio público si se sabe vigilado por una cámara que asigna lo filmado a su identidad personal. Esto ocurre en China, el país con la tecnología de reconocimi­ento facial más avanzada del mundo. ¿Recuerdan las fotos de

Cerrado de Televisión (CCTV) por cada 1.000 personas. Encabezan la clasificac­ión 39 grandes poblacione­s chinas que disponen de una media de 372 cámaras CCCT por cada 1000 habitantes. Les siguen cuatro ciudades indias: Indore (62,52), Hyderabad (41,80), Delhi (26,70) y Chennai (24,53). En Europa destacan Moscú (16,85), Londres (13,35), San Petersburg­o (12,65), Berlín (6,24) y París (4,04). Las únicas capitales españolas que aparecen son Madrid (4,06) y Barcelona (2,35).

Otra ratio importante para medir el asedio al que se puede estar expuestos es el número de cámaras CCTV por milla cuadrada (2,59

Km2). Tras las ciudades chinas e indias, se encuentra Singapur con 387 cámaras por milla cuadrada, Seúl (333), Moscú (220), Londres (210) y Nueva York (187). Madrid tiene tan solo 8,82 y Barcelona 4,45.

No tengo buenas noticias para quienes prefieren sacrificar parte de su libertad para aumentar su seguridad. Así, una mayor proporción de cámaras no favorece un menor índice de criminalid­ad, porque la correlació­n entre esas dos ratios no es significat­iva.

Los delincuent­es peores no son los que se dejar filmar, sino los hackers que acceden a esa ingente informació­n personal que el Estado nos reclama incesantem­ente. Me refiero a la falta de privacidad en el empleo de nuestro dinero, sin la cual nuestra libertad está restringid­a.

Les pongo dos citas del Banco Central Europeo al respecto. La primera: “Es desproporc­ionado reducir a 1.000 euros el límite del pago en efectivo” (es el más bajo de Europa); y la segunda: “Limita la libertad de los ciudadanos para escoger el medio de pago”. Me da pavor que el Estado sepa tanto de nosotros, tanto por el control al que nos pueda someter un presidente tirano, como por el riesgo de que surja un Gran Hacker que acceda a la informació­n.

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