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Arranca la cuenta atrás para salvar los océanos
Solo un 3% de su superficie está protegida. No tomar medidas ahora podría derivar en el futuro en una gran catástrofe económica y medioambiental
eneran más de la mitad del oxígeno que se respira en el planeta, ayudan a regular la temperatura y absorben anualmente un 26% de las emisiones de dióxido de carbono. A esto hay que sumarle que proporcionan puestos de trabajo a entre un 10% y un 12% de la población y aportan, según el Informe Sofia de la ONU, el 20% de la proteína animal que consumen unas 3.200 millones de personas.
Este resumen estadístico remarca la importancia de los océanos y toda su biodiversidad, tanto a nivel medioambiental como económico. Pero su situación ahora mismo es crítica y no podrán realizar estas funciones de forma óptima salvo que se
Gproduzca un giro radical y se apliquen políticas para su protección. Algo que en 2015 se incluyó en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS 14) en su Agenda 2030 y que ahora se ha convertido en una emergencia, pues el tiempo juega en contra de los océanos.
“Solo está protegida un 3% de la superficie oceánica y esto lleva ya siendo así muchos años. El objetivo es llegar al 30% en 2030 y ya parece que vamos con mucho retraso”, apunta Celia Ojeda, responsable de Biodiversidad de Greenpeace.
Otros expertos, como Cristina Sánchez, directora ejecutiva de la Red Española de Pacto Mundial de las Naciones Unidas, manejan informes más favorables, aunque aún lejos de la meta: “En 2021, la cobertura de las áreas marinas protegidas (AMP) a nivel mundial representó un 8% de las aguas costeras y los océanos, y se espera que aumente debido a las recientes designaciones de AMP, acercándose al 10% de lo que requieren los ODS.”
Pero, más allá de las previsiones, como indican los informes de esta organización, alrededor del 55% de las áreas en las que se acumula mayor biodiversidad oceánicas se encuentran desprotegidas. Un problema acentuado por el cambio climático y el aumento progresivo de las temperaturas en los últimos años.
“Algunos científicos han comenzado a sacar conclusiones y notan ya que las altas temperaturas están afectando a la reproducción y a la fijación del terreno de plantas acuáticas como el coral o la posidonia. Si ese hábitat se destruye, dejará de existir esa barrera protectora para otras especies tanto animales como vegetales y habrá problemas serios de oxigenación, opina Ojeda.
“La saturación de plásticos, la sobrepesca y la eutrofización [aporte excesivo de nutrienmetros tes inorgánicos] de las aguas por los vertidos de las actividades agrícolas han situado los niveles de acidez en máximos históricos”, agrega Sánchez. “Esto ha provocado que un 90% de las grandes especies marítimas de peces queden mermadas y el 50% de los arrecifes de coral, destruidos”.
IMPACTO ECONÓMICO. El crecimiento mundial podría verse afectado seriamente por esta catástrofe medioambiental. Isabelle Juillard Thompsen, fund manager de DNB Future Waves, fondo de inversión noruego vinculado a la sostenibilidad, remarca la importancia de los océanos en este aspecto: “Según un estudio reciente del Centro de Sostenibilidad de Cambridge, casi la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza, dentro de la cual el océano ocupa una parte importante”.
A su vez, esta experta resalta su futuro potencial: “La OCDE estima que la economía azul puede crecer hasta dos veces más rápido que la economía mainstream, y podría llegar a contribuir con hasta dos billones y medio al año, lo que es bastante significativo”.
España, dada su situación geográfica y sus cerca de 8.000 kilóde litoral, es uno de los países más afectados por esta situación. Los datos del Pacto Mundial de la ONU indican que las actividades vinculadas al mar emplean a más de 691.000 personas y generan cerca de 23.000 millones de euros de valor agregado bruto.
“El aumento del nivel del mar causado por el calentamiento global, por ejemplo, podría hacer que en el año 2050 las costas españolas tengan un metro menos de playa. Esto afecta a las edificaciones y los negocios que están a pie de mar”, aclara Sánchez.
Dada la urgencia que requiere un caso como este, cuesta entender que los estados que integran la ONU no hayan conseguido todavía llegar a un acuerdo para blindar los océanos. Ojeda señala dos escollos principales por los que no se ha llegado al consenso total: “La nula intención de algunos países de terminar con la sobrepesca y la gestión de los recursos genéticos de los océanos, como la minería en los fondos marinos”.
Tal como apuntilla Thompsen, firmar un tratado internacional se complica aún más, dado que “el 60% del territorio oceánico son aguas internacionales fuera de las jurisdicciones estatales y el actual conflicto de intereses entre potencias como Rusia y Estados Unidos”.