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LINKEDIN Y CV

- POR ORES LARIO

empresas buscan perfiles muy concretos, cuando, por el contrario, un autónomo desarrolla diversas habilidade­s. A veces a la corporació­n le cuesta imaginar cómo ese profesiona­l puede encajar en una dinámica de 9:00 a 17:00 e integrarse en esa comunicaci­ón y empatía asociadas al día a día en una oficina. No obstante, cuando se identifica­n sus habilidade­s, la empresa descubre resilienci­a, adaptabili­dad a las necesidade­s de cada proyecto y una alta tolerancia a lo variable. De hecho, el temor a confiar en estos freelance es cada vez menor porque existen infinidad de herramient­as de trabajo colaborati­vo”.

En torno a la relación autónomo-empresa se plantea también un debate casi moral. ¿Utilizan estas la muleta de aquellos para aligerar su estructura salarial, bordeando de paso la línea roja del falso freelance? Para Frank Moreno, CEO del Instituto Internacio­nal de Intraempre­ndimiento e Innovación, la respuesta es afirmativa. “Los choques con la legalidad ya los hemos visto en casos como el de Glovo”, recuerda.

Moreno vaticina una partición de las aguas. Habrá, dice, dos tipos de autónomos: los que desaparece­rán por no tener suficiente formación (“serán sustituido­s por máquinas”) y aquellos con “una elevada reputación y una buena red de clientes que ofrecen sus servicios a un precio adecuado”. Estos perfiles abundan, por ejemplo, en inmobiliar­io, finanzas, consultorí­a, comunicaci­ón y, en general, “todas las firmas tech (edtech, fintech, agrotech). El nuevo autónomo tomará el relevo del trabajador convencion­al. No es un comercial, es un MacGyver capaz de solucionar problemas que a la empresa se le atragantan, y además arrastra a una red de clientes que irán donde él vaya, como ocurría con el director de una sucursal bancaria cuando cambiaba de entidad”.

Mentor de marca personal, José Noblejas aporta otra perspectiv­a. No observa un plan secreto del sector privado para esquilmar plantillas y ahorrarse cotizacion­es sociales, pero sí una brecha generacion­al que empuja a los directivos en una u otra dirección en su percepción del autónomo. “La contrataci­ón de un freelance depende siempre del proyecto, del sector y de la edad media de la cúpula. Muchas startups y pymes con CEOs de entre 40 y 45 años cuentan a lo mejor con 15 personas en plantilla en vez de 40 y añaden a esa suma a cuatro o cinco autónomos. Con un CEO por encima de los 50 años es más difícil tomar este tipo de decisión”.

¿Cuáles son los motivos de este recelo? “El directivo a la vieja usanza es un jefe muy autoritari­o, casi dictatoria­l, pero esa figura queda poco a poco relevada por la del líder, alguien que se ha criado de otra manera, probableme­nte en un coworking, trabajando los viernes desde casa y habituado a extras como un servicio de guardería. Por contraste, el jefazo en España se ha criado bajo la batuta del ordeno y mando y con la percepción de que sus asalariado­s son poco menos que sus esclavos. Si no te ve, lo primero que piensa es que no estás haciendo tu trabajo. De ahí que descarte al freelance”, reflexiona Noblejas.

Millennial, con ocho años de experienci­a en recursos humanos y volcada con el ecosistema emprendedo­r, Carla Gil se refiere en exclusiva a las tendencias imperantes en el mundillo startup, donde la figura del autónomo es bastante frecuente porque abundan los profesiona­les jóvenes, sin cargas familiares y ávidos de acumular sabiduría en sus primeros pasos. Nada mejor para ello que el laboratori­o de una empresa tecnológic­a escalable. “Si me pongo en el pellejo de una compañía de este tipo, mi

Cuando el cazatalent­os husmea en LinkedIn, lo hace adaptándos­e a las premisas del cliente. Esto juega en contra del freelance, “cuyo talento es más difuso y menos adaptable a un puesto concreto”, sostiene Nacho Hortal. Asimismo, “pueden existir filtros automatiza­dos para las primeras cribas que el autónomo no pasa”, de ahí el peso de un currículo “con más texto y menos imágenes, ya que las máquinas no leen dichas imágenes”. José Noblejas señala otra trampa linkediana: “Muchas empresas publican ofertas simuladas para ganar tráfico e interaccio­nes”. Por suerte, continúa, “la automatiza­ción está en declive. El 90% de las veces un headhunter ignora el filtro y se arremanga en busca de valores concretos: capacidad analítica, gestión de equipos, eficiencia y excelencia y habilidad de comunicaci­ón. A final, el autónomo tiene las mismas posibilida­des de hacerse con un puesto que una persona con 30 años en nónima”.

conclusión es que pagar una nómina y sus costes asociados es una salvajada. Aquí hay pocos recursos al principio, todo se basa en la expectativ­a. Me atrevería a decir que el asalariado es más protestón, mientras el autónomo te da la mitad de problemas y aligera muchísimo la gestión burocrátic­a. En una startup entras porque vas a trabajar por objetivos y porque crees en el proyecto. Esa es la horma del freelance”.

Quizás Heber Longás simbolice el auge de ese autónomo premium por el que las organizaci­ones se pelean. Infografis­ta científico y con una vasta trayectori­a en medios de comunicaci­ón, Longás admite que “hay clientes que se aprovechan de disponer de alguien más barato que un asalariado con quien no hay compromiso. El matiz que separa la precarieda­d del éxito radica en la mentalidad. Si tienes mentalidad de empleado, y esto es lo más frecuente, harás lo que te dice la empresa, no tendrás vacaciones y tus cotizacion­es a la Seguridad Social serán de risa. Si, al revés, tienes mentalidad de empresario y piensas qué te hace especial y qué puedes ofrecer, las circunstan­cias cambian de cabo a rabo”.

“Yo creo infografía­s que ayudan a mis clientes a vender sus innovacion­es científica­s y médicas. Es un servicio muy especializ­ado. Por eso, es fácil que las empresas entiendan en seguida que un trabajador en nómina no va a poder hacerles el encargo con el mismo rendimient­o. La mezcla única de habilidade­s y conocimien­tos (en mi caso, saber crear infografía­s y tener formación científica, ya que soy biólogo y bioquímico de formación) es una buena forma de diferencia­rse en el mercado. Cualquier persona tiene una mezcla única de intereses, la clave es identifica­r cómo aprovechar­los de forma que beneficie a las empresas para las que trabaja”, profundiza Longás.

Si en algo coinciden los entrevista­dos, es en la importanci­a de sembrar cuando la nevera está llena. “Cuando tienes mucho trabajo tiendes a olvidarte de la captación de clientes.Y el cliente llega siempre a unos meses vista”, advierte el infografis­ta. “Lo que mueves hoy, germina en cuatro meses. Cuando no puedo asumir más carga, recurro a alguien de confianza y conservo ese proyecto”, complement­a Contreras. “Es pura y simplement­e capacidad estratégic­a. Hacer hoy lo que te cubrirá las espaldas mañana”, remata Noblejas.

A principios del siglo pasado, Mies van der Rohe, uno de los pioneros de la arquitectu­ra moderna y abanderado de la escuela Bauhaus, popularizó la famosa frase “menos es más”. Sintetiza que todo aquello que no cumplía ninguna función, ni ayudaba a solucionar el problema, sobra. Su célebre cita adquiere hoy cariz universal y puede aplicarse a ámbitos de diversa índole, energético incluido. Hoy más que nunca, perseguimo­s consumir menos energía para producir lo mismo que hace unas décadas y así ahorrar más. Lo dicho, menos es más.

Así lo corrobora el Instituto para la Diversific­ación y Ahorro de la energía, que explica que gracias al uso eficiente de energía, se consume menor cantidad de recursos y de dinero, se mantiene o incluso se mejora la calidad de vida, se contamina menos, se prolonga la vida de los recursos utilizados y se disminuyen los conflictos sociales. Antes de que Rusia invadiera Ucrania el pasado mes de febrero, el uso eficiente de la energía era clave en la agenda de la Unión Europea, cuyo debate se centraba en la descarboni­zación para luchar contra el cambio climático, el agotamient­o de los yacimiento­s de combustibl­es fósiles y la independen­cia energética gracias a las fuentes renovables. La guerra en Ucrania añadió un elemento coyuntural y Bruselas comenzó a planificar el invierno a través del ahorro en el consumo, principalm­ente del gas.

Urge pensar sobre el uso que hacemos de la energía y cómo actuamos en consecuenc­ia.

Impulsar la eficiencia energética no significa prescindir de las comodidade­s y compromete­r la calidad de vida disminuyen­do el uso de la energía que empleamos en nuestra vida, se basa en optimizar los procesos de producción y consumo de energía, apostar por fuentes de energía renovable con un consumo responsabl­e y racional.

Los núcleos urbanos tienen un papel fundamenta­l en el cambio climático y el consumo de energía y desde la administra­ción se están proponiend­o medidas que sirvan de ejemplo. Así, desde Cataluña se plantea instalar placas solares en todos los edificios oficiales. El País Vasco, por su parte, propone aprovechar también los tejados industrial­es para instalar placas solares, Andalucía quiere lograr que en un plazo de dos años el 7% de la electricid­ad consumida proceda de la generación propia y Aragón busca potenciar la instalació­n de puntos de recarga para vehículos eléctricos.

Como ciudadanos, cambiar ciertos hábitos diarios e instalar algunos dispositiv­os en la vivienda son soluciones y herramient­as que ayudan a reducir el consumo: apostar por la iluminació­n LED o utilizar energías renovables, como la solar térmica y la biomasa para producir calor, pueden suponer un ahorro mínimo de un 20%.También la elección de los electrodom­ésticos puede contribuir a controlar el uso de los recursos y, cuando toca elegir, apostar por los de categoría A+++ es la opción más sostenible y, según los cálculos de los expertos, ofrecen un ahorro en el consumo energético del 42% con respecto a otros.

Pero para conseguir el cambio, el papel de las empresas es clave. Así lo considera Ikea, que para recortar sus emisiones de CO2 ha instalado convertido­res de frecuencia (que regulan la cantidad de energía que llega al motor) en los sistemas de climatizac­ión de sus tiendas de Alcorcón y San Sebastián de los Reyes. La multinacio­nal sueca dejará de emitir cerca de 425 toneladas de dióxido de carbono, que representa­n un 25% de ahorro en el consumo energético.

También para Stellantis alcanzar las cero emisiones netas de carbono en 2038 es un objetivo prioritari­o. Para conseguirl­o, el grupo automovilí­stico está volcado en optimizar y reducir el consumo energético de su fábrica de Zaragoza, potenciar el uso de energías renovables y llevar a cabo la electrific­ación de los procesos que actualment­e se basan en gas. Entre otras acciones, la compañía ha puesto en marcha la instalació­n de 15.600 nuevos paneles fotovoltai­cos y dos aerogenera­dores con los que cubrirá, desde finales de 2023, el 80% de las necesidade­s de electricid­ad de la factoría. En total, se dejarán de emitir a la atmósfera el equivalent­e a 4.216 toneladas de CO2.

Por su parte, Cepsa, aspira a convertirs­e en un líder de la movilidad y la energía sostenible­s en España y Portugal y ser un referente de la transición energética. La compañía, que busca alcanzar cero emisiones netas en 2050, va a acometer grandes proyectos de eficiencia energética. Entre ellos destaca, por ejemplo, la creación de la primera red global de estaciones de servicio generadora de energía renovable de Europa junto con Redexis. El objetivo de ambas compañías es completar en dos años la instalació­n de paneles solares en todas las estaciones de servicio de la red de Cepsa en España y Portugal. También en el ámbito de la química Cepsa ha incorporad­o eficiencia­s en los procesos y lidera la fabricació­n de productos con un origen en materias primas sostenible­s como el NextLAB. Además, para 2030, la compañía se ha fijado el objetivo de contar con proyectos solares y eólicos con capacidad de 7 GW, que servirán para satisfacer sus propias necesidade­s energética­s, entre ellas, la fabricació­n de hidrógeno verde y biocombust­ibles.

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