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A esperar sentados en la puerta de la Comisión hasta que se les llame

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Si hay una comisión delegada del Gobierno importante en los tiempos que corren es la de Asuntos Económicos. Es la encargada, según la ley, de “estudiar las directrice­s generales de política económica del Gobierno, así como velar por la plena coordinaci­ón y coherencia de las políticas de los distintos departamen­tos ministeria­les con los criterios de la política económica del Gobierno”. En el país de la Eurozona que más se hundió en la pandemia y que presenta mayor tasa de paro e inflación de las grandes economías comunitari­as es esencial que la Comisión Delegada de Asuntos Económicos funcione como un reloj y a plena coordinaci­ón.

Sin embargo, las ausencias de los ministros son constantes y la tensión, palpable. ¿Por qué hay tantas ausencias? “El problema es que no hay una fecha fija de reunión. Nadia la coloca cuando la viene bien a ella y muchas veces de forma improvisad­a cuando los demás tenemos viajes o la agenda ya cerrada”, resumen en el área de Podemos, particular­mente molestos con la vicepresid­enta y jefa de esta comisión, Nadia Calviño.

Ésta tiene una agenda personal endiablada y rechaza delegar la presidenci­a. La ley permite que la ceda, en caso de ausencia, a la vicepresid­enta de la Comisión Delegada, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. La andaluza es la que más suele sintonizar con Calviño en los, en no pocas ocasiones, tensos debates entre ministros económicos, pero Calviño se resiste a ausentarse y hace lo que puede por estar siempre ella. Eso le empuja a cambiar de fecha la reunión. Ella intentaba inicialmen­te hacerla siempre en viernes, pero, cuando no puede, la coloca en lunes o en otros días de la semana más asequibles para su agenda y eso trastoca en extremo a los ministros a los que tiene que coordinar. La vicepresid­enta segunda,Yolanda Díaz, inmersa en su campaña Sumar y multide

El secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey y de Derechos Sociales, Nacho Álvarez -de izquierda a derecha en la imagen– han sufrido horas de espera en la puerta de la Comisión

tud de obligacion­es como titular de Trabajo es de las que más se ausenta.Y ahí viene otro problema. Calviño rechaza que los ministros sean reemplazad­os por secretario­s de Estado, salvo para puntos muy concretos.Y con ellos no se corta.

Es famoso en el aparato del Gobierno el episodio del secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey. Díaz no fue y tuvo que ir él a explicar una iniciativa de su Ministerio. La vicepresid­enta económica decidió finalmente colocar su intervenci­ón al final y el’ número dos’ de Díaz tuvo que echar horas en la puerta hasta que Calviño tuvo a bien permitirle el paso. ¿Cuántas horas? «Prefiero no hablar de estos temas», se muerde la lengua Pérez Rey ante la pregunta de este diario. No podía irse, porque se le podía convocar en cualquier momento, así que su única opción fue la paciencia.

Otro ejemplo es el del secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez. Era el pasado julio y tuvo la mala suerte

Delegada al decidir Nadia Calviño relegar sus intervenci­ones al final de la reunión. Ambos son del ala de Podemos y cuando han acudido a este foro es porque Yolanda Díaz e Ione Belarra se ausentaron.

Calviño coloca la Comisión Delegada el día que conviene a su agenda y descoloca a los ministros que, cada vez se ausentan más.

tener que acudir a una reunión de la Comisión Delegada justo después de hacer unas declaracio­nes públicas críticas con la política económica socialista. Su punto pasó al final del orden del día y también tuvo que esperar varias horas en la puerta, según se quejó posteriorm­ente en Podemos atribuyend­o su vigilia a que a Calviño no le habían gustado sus declaracio­nes.

Tiene su fundamento la vicepresid­enta primera en ser selectiva en las asistencia­s, porque, de acuerdo con la normativa, los miembros natos de la Comisión Delegada están tasados. Son, además de ella y Montero, las ministras de Fomento, de Educación, de Política Territoria­l, la vicepresid­enta para la Transición Ecológica y la ministra de Ciencia.También los ministros de Exteriores, de Inclusión, de Agricultur­a y Consumo.

No obstante, la ley permite convocar a otros altos cargos cuando se considere convenient­e y, en todo caso, nada obliga a poner como últimos puntos del orden del día los que atañen a los secretario­s de Estado que sustituyen a sus superiores y que se ven atrapados por los designios de la vicepresid­enta.

No es la primera vez que hay quejas sobre la tensión que introduce Calviño en tan esencial área del Gobierno.Tanto ministros del ala del PSOE desde Reyes Maroto a José Luis Escrivá, como los de Podemos, Díaz y Garzón, han recibido el tono áspero que reserva la vicepresid­enta a las reuniones a puerta cerrada.

Las formas son importante­s en un gobierno de coalición, pero peor es la ineficacia de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos como organismo de coordinaci­ón, como se ha visto recienteme­nte en el tope a los precios de los alimentos, en que Díaz ha ido abiertamen­te por libre; o la transmisió­n de mensajes contradict­orios, según qué ministro hablara, sobre si convenía o no bajar el IVA del gas o si conviene recentrali­zar impuestos cedidos a las CCAA.

Pedro Sánchez pareció interesado en revitaliza­r este organismo cuando cambió en 2018 el sistema de Mariano Rajoy. El gallego no quería tener que elegir entre Cristóbal Montoro y Luis de Guindos y optó por presidirla él mismo, provocando también serias disfuncion­es. Sánchez cedió desde el primer momento la presidenci­a a Calviño, pero después ejerce él en la práctica al tomar decisiones por su cuenta sin esperar a debate y preparació­n en el aparato económico. Un ejemplo funesto fue su anuncio de 7.000 millones de ayudas directas para salir de la crisis antes de que Calviño y Montero diseñaran cómo entregarla­s. El resultado fue un caos burocrátic­o que ha dejado desiertos miles de millones.

Otro ejemplo es cuando el presidente asumió el retorcido compromiso de que el precio de la luz acabara en 2021 como en 2018. Al final hubo que recurrir a la letra pequeña de la promesa para que cuadrara a martillazo­s y quedó claro que no era un objetivo planificad­o en la Comisión Delegada, sino en Moncloa. La crisis energética ha puesto de manifiesto también descoordin­ación entre Calviño, Montero y Teresa Ribera, por si fuera poco el existente entre ellas y el ala de Podemos. El problema no es tanto que pierdan su tiempo los secretario­s de Estado, lo peor es que lo pierda la economía del país en tan duro frenazo económico.

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