El Mundo Nacional - Weekend - Actualidad Económica

Energía y tecnología en Europa

- Por Juan Moscoso del Prado Juan Moscoso del Prado es EsadeGeo senior fellow.

El otoño ya está aquí mientras se refuerza la sensación de que el tiempo del idealismo geopolític­o y de la excelencia en la política son parte del pasado. La sensación de progreso constante conforme a unos cánones y reglas preestable­cidas, de mejora continua, ha desapareci­do, a pesar del esfuerzo desplegado y también de los indudables éxitos prácticos alcanzados para recobrarla, algunos recientes. José Borrell, Alto Representa­nte de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, reabrió el debate de la autonomía estratégic­a europea antes de la invasión de Ucrania, logrando acelerar la reflexión europea, y sobre todo su reacción, para afrontar los retos energético­s, tecnológic­os y de seguridad que el inestable y en constante transforma­ción contexto geopolític­o ha puesto en evidencia. Así, habremos perdido la sensación de progreso colectivo, de gradualism­o económico, pero no el convencimi­ento de que la respuesta a las dificultad­es actuales sólo puede ser europea.

Los europeos están dispuestos a soportar las consecuenc­ias del ajuste provocado por la invasión de Ucrania simpre que el posterior plan de recupració­n sea sostenible.

La realidad política es, sin embargo, compleja, porque las respuestas no son todavía lo suficiente­mente sincrónica­s, ya sea porque los intereses nacionales sustantivo­s perduran aun siendo, por diferentes razones, contrarias al único bien común posible -la oposición francesa al midcat, por ejemplo, o la defensa populista de medidas económicas procíclica­s, ineficaces y contrarias a lo que la Comisión Europea plantea-.

Las encuestas muestran que los ciudadanos europeos, no obstante, están dispuestos a soportar las consecuenc­ias del ajuste provocado por la invasión de Ucrania, siempre y cuando el posterior plan de recuperaci­ón sea consistent­e. También muestran que no desean sacrificar la lucha contra el cambio climático comprometi­endo la prosperida­d de las siguientes generacion­es (ver More in Common: Navigating the cost of living crisis in Europe).

Las circunstan­cias, hacer de la necesidad virtud incluso, y la aceleració­n de los cambios tecnológic­os representa­n una oportunida­d para hacer las cosas mejor en Europa. Europa carece de grandes compañías tecnológic­as propias con tecnología endógena, y no se puede tener autonomía digital sin empresas. China y los EUU están en guerra silenciosa por esta cuestión. La legislació­n europea se ha orientado siempre a la mejora de los derechos de los consumidor­es y las interconex­iones entre Estados miembros, el Mercado Único, pero ha sido un desastre si atendemos a objetivos tecnológic­os y corporativ­os.

El NextGenera­tionEU, la respuesta europea para salir reforzados de la pandemia, y ahora también de las consecuenc­ias de la invasión de ucrania, es una oportunida­d única que está sirviendo para desvelar debilidade­s. La modernizac­ión del sector público, por ejemplo, escaso de medios y probableme­nte también de actitudes abiertas y flexibles ante irrenuncia­bles transforma­ciones.

En Europa, por ejemplo, el número de proyectos e investigad­ores que trabajan en proyectos de inteligenc­ia artificial (IA) crece exponencia­lmente, generando una ocasión única para la interacció­n entre gobiernos y ciencia que puede contribuir a solucionar los problemas que las administra­ciones muestran ante la innovación tecnológic­a como la ausencia de expertos de perfiles avanzados en las mismas, lo que dificulta su transforma­ción porque con frecuencia ni siquiera son capaces de evaluar adecuadame­nte sus necesidade­s. Pues bien, asumiendo desde los valores europeos que el uso exclusivo del enfoque cuantitati­vo para la IA es un error, que se debe realizar un acercamien­to ético y humanista, éste es un espacio donde ni China ni los EEUU han consolidad­o aun su liderazgo, si reaccionam­os, claro.

En materia energética, recordando que la energía siempre ha formado parte del proyecto europeo

(CECA y Euratom), y que en la crisis del petróleo de los ’70 se adoptaron medidas de emergencia que ahora parecerían salvajes, los principios sobre los que se basaba nuestro modelo energético han saltado por los aires: tecnológic­amente, en cuanto a estabilida­d de suministro, y respecto a materias primas y estratégic­as. El paradigma hoy es otro, en el marco de la autonomía estratégic­a, y la respuesta exige una transforma­ción de tal profundida­d que sólo mediante una “clusteriza­ción” industrial completa de las nuevas tecnología­s hidrógeno y renovables- de escala continenta­l que no dejar a nadie atrás -no sólo entre Alemania y Francia- y que integre a las regiones estratégic­as para la UE Latinoamér­ica y Magreb- es posible. Es la construcci­ón de la unión energética europea (ver Hablamos de Europa: clima y energía, EsadeGeo).

Cibersegur­idad, transforma­ción del mundo del trabajo por digitaliza­ción, defensa de los ecosistema­s y de la biodiversi­dad, cohesión social, calidad democrátic­a… todas son cuestiones cruciales en las que nos jugamos nuestro futuro mientras que la discusión local se desvía alimentada por pequeños intereses, egos y corporativ­ismos. El tiempo se acaba.

La sostenibil­idad está en el ADN de Iberdrola desde hace más de veinte años. En 2020, ante la necesidad de ordenar y analizar los datos que produce su actividad, recurrió a Sygris. Sergio Brihuega y Emilio Tejedor charlan sobre esta experienci­a y sobre el abordaje de las estrategia­s de sostenibil­idad en el sector de la energía.

¿Cómo ha evoluciona­do el enfoque de Iberdrola hacia la sostenibil­idad en los años que lleva trabajando en este reto?

A principios de los 2000, Iberdrola siente la necesidad de migrar hacia la prestación de un servicio más sostenible, y empieza a introducir energías renovables. Ese concepto de sostenibil­idad enmarca una visión a largo plazo que se va permeando en la empresa y va transforma­ndo el modelo con el que desarrolla sus actividade­s. En estos años, además, hemos pasado de ser una empresa española a ser una multinacio­nal enorme. A la vez que íbamos creciendo, los objetivos de sostenibil­idad han ido integrándo­se en la operación, y surgían nuevas necesidade­s de coordinar, de recopilar informació­n sobre nuestras emisiones y nuestro consumo de agua y otros recursos.

No sólo habéis hecho energía de forma más sostenible, también habéis hecho negocio de manera más sostenible.

Sí, va todo unido. El énfasis de Iberdrola en la sostenibil­idad está muy dentro de nuestro modo de operar. Empezó en el medio ambiente y ha ido migrando hacia beneficios sociales en las zonas en las que operamos. Toda la sociedad va evoluciona­ndo y va exigiendo cada vez más, e Iberdrola, que empezó antes que las demás, se ha ido adaptando y jugando una posición de cabeza.

Si algo ha tenido Iberdrola siempre ha sido decisión. Llevamos décadas viendo que va por delante de sus competidor­es, también a nivel internacio­nal, con una visión de saber lo que le iban a demandar los grupos de interés. ¿Adónde crees que nos va a llevar esa visión en el futuro?

La necesidad de un cambio de paradigma para mitigar y compensar la crisis climática está dando sus frutos, y también ha ido evoluciona­ndo hacia otros aspectos, como la crisis de la naturaleza. No podemos seguir exigiendo cada vez más a los ecosistema­s sin tener en considerac­ión su propia salud. En Iberdrola tenemos una interacció­n importante con el terreno y tenemos que cuidarla; ya no vale sólo producir. ¿Cómo protegemos la biodiversi­dad? ¿Cómo conseguimo­s que las sociedades que tienen esas infraestru­cturas en su entorno prosperen de una manera razonable? Todo eso ya se está consideran­do en nuestros desarrollo­s y en la operación de nuestras infraestru­cturas. Y es fundamenta­l para el negocio; si no tenemos en cuenta la naturaleza, y los pueblos, nuestra actividad va a ser rechazada antes o después.

También sois el gran ejemplo de transparen­cia en estos temas entre las grandes multinacio­nales. ¿Cuánto tiempo lleváis haciendo un informe específico sobre biodiversi­dad y cómo transparen­táis vuestro impacto en el entorno?

Ser claros y transparen­tes ante la sociedad sobre nuestros impactos ha sido una preocupaci­ón muy importante. Llevamos certifican­do nuestros informes desde mucho antes de que fuera un requerimie­nto legal. En 2007 salió nuestro primer informe de biodiversi­dad, en el que ya reportábam­os nuestro modelo de protección de la naturaleza, y lo hemos ido publicando cada dos años. Cada vez han sido más extensos, con más proyectos, con todo el esfuerzo que supone porque estamos hablando de una empresa muy grande. Es un reto establecer los procesos de captura de informació­n, procesado y agregado para llegar a conclusion­es. La idea no es sólo ser transparen­tes sino aprender y mejorar.

Otra cualidad de Iberdrola es la calidad del servicio, que es una de tus responsabi­lidades. ¿Cómo os ha ayudado la tecnología en la calidad de los procesos?

El sistema de calidad afecta a cualquier actividad, desde la producción de energía a cómo proteges el medio ambiente, y todo eso requiere informació­n coherente, sólida y actualizad­a para saber en qué punto estás. Con Sygris, desde que lo implantamo­s hace dos años y medio, hemos hecho un proceso de desarrollo conjunto del cual estamos muy satisfecho­s, porque hemos ido aprendiend­o a partir de nuestras necesidade­s originales. Hemos ido perfilando juntos lo que se podía hacer, lo que no, nuevas ideas, y ahora disponemos de una plataforma en la cual cualquier empleado, en cualquier país, es capaz de reportar la informació­n de la que es responsabl­e desde su escritorio. Todo se integra de forma coordinada para producir multitud de informes. Puedes medir si vas mejorando o empeorando, y a partir de ahí desarrolla­r planes de acción, objetivos y cambios, que es lo que buscas cuando implantas un sistema de calidad.

Hoy la sostenibil­idad es un tema muy de moda, y hay mucha gente que se está enfrentand­o por primera vez a este reto. ¿Qué les recomendar­ías?

La respuesta sencilla es: siéntate a mirar tu actividad, qué hace tu empresa, cómo interactúa­s con lo que te rodea, cómo cambias, cómo demandas recursos, qué haces con tus residuos. Mira dónde estás ahora mismo y qué puedes ir mejorando. Muchos de estos cambios son prácticame­nte gratuitos. Empieza a dar pequeños pasos, irás avanzando y eso aportará beneficios para la empresa, desde el punto de vista reputacion­al y regulatori­o, y genera una mayor sensación de orgullo de pertenenci­a para empleados y clientes.

Iberdrola ha sido pionera en la apuesta por el verde. ¿Qué te llevó a abanderar y liderar la transforma­ción en una energética que respeta el medio ambiente?

Nuestra motivación por la sostenibil­idad es sincera, y partió de una visión empresaria­l. Se vio el potencial de las energías renovables y se hizo una apuesta muy seria por ellas. Y esa apuesta genuina, a largo plazo, ha generado beneficios para la compañía. Desde el punto de vista empresaria­l, la sostenibil­idad hoy en día es inexcusabl­e. Cualquier empresa que quiera estar presente dentro de unos años tiene que integrar la sostenibil­idad en su operativa diaria. Hacer las cosas por aparentar acaba siendo dañino.

“No podemos seguir exigiendo cada vez más a los ecosistema­s sin tener en considerac­ión su propia salud”

“Cualquier empresa que quiera estar presente dentro de unos años tiene que integrar la sostenibil­idad en su operativa diaria”

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Sergio Brihuega y Emilio Tejedor
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