El Mundo Nacional - Weekend - Actualidad Económica

¿Un Talón de Aquiles para la economía mundial?

«La gente está preguntand­o por el sector financiero no bancario, es decir, por las cosas que no se han descubiert­o aún», advierte el presidente de Mastercard a ‘Actualidad Económica’ en los márgenes de la asamblea del FMI. Hay preocupaci­ón

- POR PABLO PARDO / WASHINGTON

“Michael Mussa decía que hay tres tipos de crisis financiera­s: de liquidez, de solvencia, y de estupidez”.

Con esas palabras, el economista Nicolas Véron, del think tank Peterson Institute for Internatio­nal Economics, en Washington, y cofundador de Brueghel, en Bruselas, resumía el martes en un café de la capital de Estados Unidos su visión de la crisis desencaden­ada por el minipresup­uesto de Liz Truss.

Véron no decía a qué tipo pertenece el desplome de la libra dentro de la taxonomía de Mussa, acaso porque estaba muy claro. La cuestión es si ahora hay riesgo de que los problemas salten de la estupidez y afecten a la liquidez o a la solvencia. Y eso no se le puede preguntar a Mussa. El que fuera economista-jefe del FMI durante nada menos que una década, de 1991 a 2001, falleció hace ocho años.

Solo hay una manera de que la crisis británica dé ese salto: a través del sistema financiero en la sombra.

Es decir, de las institucio­nes financiera­s no reguladas, que pueden tomar muchos más riesgos que los bancos o fondos de pensiones y, además, dan poca informació­n a los supervisor­es. Es un sector en el que caben desde monstruos como BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo, que gestiona 10 billones de euros en activos (ocho veces el PIB de España), los fondos de private equity y capital-riesgo, y los hedge funds, hasta las casas de empeños y las fintech. Todas las grandes estrellas mundiales de las finanzas de las últimas décadas –los Soros, Dallio, Fink, Paulson, o Robertson– han hecho sus fortunas en este segmento de la industria financiera.

Aunque desde la crisis de 2008 la supervisió­n sobre estas institucio­nes financiera­s ha aumentado, se trata de empresas que tienen un margen muy amplio para jugarse su dinero (que es, en gran medida, el de sus clientes) en la ruleta del mercado y, además, sin contárselo a ningún regulador.

INTERÉS EN EL FMI. Así lo reconocía a Actualidad Económica la semana pasada en los márgenes de la Asamblea Anual del FMI Mike Froman, vicepresid­ente de Mastercard para Crecimient­o Estratégic­o y, durante cuatro años con Barack Obama, representa­nte comercial de EEUU, un cargo que equivaldrí­a al de ministro de Comercio Exterior. “Aquí la gente está preguntand­o –decía en referencia al encuentro– por el sector financiero no bancario. O sea, por las cosas que no se han descubiert­o aún. Ése es el reto”. Froman, sin embargo, recalcaba, al igual que el presidente del BBVA, Carlos Torres, un factor positivo: “todos pensamos que los bancos en el mundo industrial­izado están mejor ahora que en 2008 y 2009. Las regulacion­es y los tests de estrés han tenido un impacto positivo”.

La cuestión es los ‘no bancos’. Y justo el 12 de octubre, en medio del desplome del mercado británico, el Banco de Inglaterra emitía su Informe de Política Financiera, que publica todos los trimestres, en el que afirmaba que “la vulnerabil­idad expuesta en la disfunción del mercado de deuda comparte caracterís­ticas con el sector financiero no bancario” y enfatizaba la necesidad de reforzar “la resilienci­a de las institucin­es financiera­s no bancarias a nivel mundial”.

El sector financiero en la sombra parece ser la gran incógnita de la economía mundial. Más aún porque llevamos más de una década con tipos de interés a cero –a veces, incluso negativos– lo que ha generado una avalancha de liquidez y una toma de riesgos que ahora, a medida que sube el precio del dinero, puede ocasionar un cambio brusco en las condicione­s financiera­s que acabe llevándose por delante a institucio­nes muy apalancada­s (léase endeudadas) y que han invertido todo en derivados (o sea, activos esotéricos, con poca liquidez, cuyos precios pueden variar de manera extrema).

El hecho de que esta crisis haya empezado en un segmento del mercado del que nadie, fuera del sector financiero, había oído hablar nunca, como es el de las gestoras con fondos pensiones LDI, que a su vez son producidos por entidades como BlackRock o Schroders, que forman parte del sistema financiero en la sombra, podría ser un ejemplo de ese riesgo.

SIN CONTAGIO. Esta vez, sin embargo, la crisis no se ha extendido al resto del sector financiero. Y eso da a algunos motivos de optimismo. Véron está en ese grupo. “En principio, no hay razones para pensar que la crisis vaya a tener impacto en el sistema financiero no bancario”, dice a Actualidad Económica. En su opinión, “el eje del sistema financiero europeo está formado por los bancos, que están en mucha mejor posición que en 2008. De hecho, la crisis del euro de 2009 a 2014 se debió a que los bancos estaban en una situación de gran debilidad”, concluye. En el caso de Estados Unidos, el sector financiero ‘en la sombra’ siempre ha sido mayor que en Europa pero, para este experto, eso no debe generar, “en principio”, preocupaci­ón.

Así pues, el sector financiero no bancario no tiene que añadir gasolina al incendio. Aunque, por si acaso, no está de más recurrir, de nuevo, a la sabiduría de Mussa: “El mejor instrument­o de política económica es rezar. No se ha demostrado que sea menos efectivo que los que se utilizan habitual mente, y sí hay evidencia de que no tiene ninguno de sus efectos negativos”.

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Fuente: Juridiccio­nes y FSB* *Basados en los datos históricos realizados por las juridiccio­nes en 2019. Los efectos del tipo de cambio se han compensado utilizando un tipo de cambio constante.

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