El Mundo Nacional - Weekend - Actualidad Económica
La inflación no da tregua
El último trimestre ha comenzado confirmando las inciertas perspectivas que afronta la economía global a corto plazo, sin que podamos vislumbrar un punto de inflexión en torno a los riesgos superpuestos que siguen marcando el escenario socioeconómico y geopolítico mundial. Tras las consecuencias de la pandemia, 2022 se erige como otro año histórico con la invasión de Rusia a Ucrania acelerando la reconfiguración del orden mundial y abriendo un nuevo ciclo económico, de precios...
“Gobiernos y bancos centrales deberían coordinarse para evitar un intervencionismo estructural de la economía”
...y de diseño de la política económica. En este sentido, la guerra en Ucrania ha intensificado las presiones inflacionistas observadas a partir de 2021, especialmente ante el agravamiento de la crisis energética y el encarecimiento de los alimentos, hasta situar la inflación mundial en máximos en 40 años.
Un entorno que ha obligado a los principales bancos centrales a nivel global (destacando las excepciones de Japón y China) a intensificar el tono restrictivo de su política monetaria con el objetivo de controlar la inflación, anclar las expectativas y evitar los efectos de segunda ronda. En este contexto, ha destacado el mayor ritmo de subidas de tipos de interés de la Fed desde la década de los 80, que se ha traducido en una fuerte apreciación del dólar y en un mayor endurecimiento de las condiciones financieras mundiales.
Junto a estos vientos de cara, también destaca la acusada pérdida de dinamismo de China, y las implicaciones geopolíticas que se vislumbran tras reforzar su poder Xi Jinping y marcar como líneas estratégicas la autonomía tecnológica, la independencia energética, la defensa y Taiwán. De esta forma, las perspectivas globales siguen lastradas, con el foco de atención principalmente en la crisis energética y el conflicto bélico en Europa, las futuras decisiones de política monetaria y la desaceleración de la potencia asiática y el rol que adopte.
Una pérdida de momentun generalizada que empieza a plasmarse en la economía real ante los elevados niveles de inflación, el deterioro sostenido de la renta disponible y de los márgenes empresariales y el progresivo endurecimiento de las condiciones financieras. Esta combinación de factores que, unida a la significativa caída de la confianza de una sociedad instalada desde 2020 en la incertidumbre constante, ya señalan un escenario de recesión e incógnitas sobre la senda de moderación de los precios. Todo ello en un contexto en el que se mantiene la preocupación por la evolución de la inflación en EEUU y en Europa. En el caso de la economía estadounidense, a pesar del menor encarecimiento de los costes energéticos, en septiembre se observó una moderación de la inflación general inferior a lo esperado a un 8,2% interanual. Paralelamente, la fortaleza del mercado laboral y la persistencia de las tensiones salariales provocó el repunte de la inflación subyacente hasta un 6,6%.
Por su parte, el corte del suministro de gas ruso a través del Nord Stream 1, la escalada de la ofensiva militar de Rusia en Ucrania o la acusada depreciación del euro frente al dólar siguen acentuando las presiones inflacionistas en la Eurozona hasta nuevos máximos. Así, entre sus Estados miembros, en septiembre 10 países presentaron tasas de inflación de doble dígito, destacando Alemania, Austria o Países Bajos por sus implicaciones sobre las futuras decisiones del BCE ante su defensa de la estabilidad presupuestaria y de precios como pilares necesarios de la competitividad, el equilibrio intergeneracional y la sostenibilidad del crecimiento socioeconómico.
De esta forma, en el momento que escribo la columna, el BCE podría optar por una nueva subida de los tipos de interés oficiales de 75 pb. Una decisión que vendría avalada no sólo por la necesidad de anclar las expectativas y evitar los efectos de segunda ronda, sino también por la favorable evolución del mercado laboral. Así, la autoridad monetaria europea podría situar los tipos de interés a finales de este año en un 3% (máximos desde 2008) y en un 4% en 2023 dependiendo del grado de severidad de la recesión en la que nos adentramos.
Adicionalmente, también se prevé que la Fed continue el ritmo de endurecimiento de su política monetaria con sendas subidas de 75 pb hasta situar los tipos de interés entre un 4,5%-4,75% a finales de año. Al mismo tiempo que en 2023 podría realizar un nuevo repunte de 25 pb hasta estabilizar los tipos de interés en un 5% a lo largo del próximo año.Todo ello en un contexto en el que algunos estudios señalan que la tasa de desempleo debería repuntar hasta un 5% para lograr situar la inflación en su nivel objetivo y frenar los efectos de segunda ronda asociados a la persistencia de las tensiones salariales. De ahí que aumente el riesgo de que EEUU sufra una recesión el próximo año, con una caída del PIB que podría alcanzar un 0,5% anual.
Un escenario base que proyecta actualmente un mayor tono restrictivo de la política monetaria en EEUU y la Eurozona, mientras que otros bancos centrales podrían modular las futuras subidas de tipos ante el fuerte repunte de los tipos hipotecarios y los riesgos asociados a su sector inmobiliario, como en el caso de Suecia o Australia.
Así, mientras la Fed en EEUU trata de controlar las tensiones de demanda y laborales, en Europa la inflación seguirá marcada por una crisis energética que se prolongará al menos hasta 2024. En este sentido, es cierto que en las últimas semanas se ha observado una significativa moderación del precio del gas, apoyada por unos niveles de reservas en máximos y por el retraso de la caída de las temperaturas. Sin embargo, a la espera de ver en qué se materializan las medidas propuestas por el Consejo Europeo y su efectividad real, debemos ser conscientes de que la volatilidad del mercado energético seguirá presente por diferentes canales. En concreto, estarán fuertemente condicionados no sólo a la falta de suministro de gas de Rusia, a la cotización del crudo, a la decisión de China de paralizar las exportaciones de GNL y la moderación de las procedentes de EEUU o a la baja capacidad de regasificación del conjunto de la UE, sino también a las condiciones climáticas y a la capacidad de impulsar el ahorro energético sin que se traduzca en un mayor deterioro de la actividad, especialmente en la industria europea.
Así, seguimos sin ver que la inflación de tregua, lo que anticipa la consolidación de este nuevo ciclo monetario y de medidas excepcionales de los gobiernos, que en su caso deberían mostrar mayor coordinación con las autoridades monetarias y con las empresas, evitando que deriven en un intervencionismo estructural de la economía.
Jerome Powell, presidente de la FED.
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