El Mundo Nacional - Weekend - Actualidad Económica

La mayoría de edad de los contact centers

Así ha sido la evolución de un servicio que ya es clave entre empresas y clientes.

- POR A. E. ILUSTRACIÓ­N GABRIEL SANZ

Finanzas para no financiero­s

servimos en cierta medida de altavoz de la organizaci­ón, aportando feedback cualitativ­o a partir de todas las interaccio­nes que gestionamo­s, lo que nos permite canalizar mejoras y necesidade­s que el propio cliente nos demanda. Los clientes son nuestra fuente de inspiració­n más importante”. Además, los contact centers actúan como “un destacado canal de comerciali­zación de productos y servicios, ayudando así a los clientes a cumplir sus proyectos y sus sueños”.

El perfil de usuario de los contact centers ha cambiado sustancial­mente en los últimos años. Según Pantoja, esto se debe fundamenta­lmente a dos factores: “La transforma­ción digital de la sociedad y la pandemia”. Si en 2016 el 43% de la población española utilizaba la banca digital, hoy lo hace más del 70%. En el Santander, el 94% de los clientes que interactúa­n con el contact center son digitales y el 54% de las consultas se resuelven íntegramen­te a través de medios automatiza­dos como asistentes virtuales, voicebot y callbots, tecnología­s “cada vez más perfeccion­adas: mejoran la experienci­a de cliente y permiten un servicio las 24 horas de los siete días de la semana con extraordin­aria escalabili­dad”, explica Pantoja. La pandemia ha acelerado aún más la evolución. En 2019, los contact centers del sector financiero eran utilizados por solo un 15% de los clientes de forma recurrente; hoy el porcentaje llega al 35%.

El resultado es un nivel mayor de exigencia. “Aunque lo habitual es escuchar que el cliente siempre tiene razón, lo que desde luego tiene es el poder. Dispone de informació­n en tiempo real y no nos compara sólo con otras entidades financiera­s, sino con el servicio que le ofrecen otros sectores. Además, toma decisiones de compra en función de opiniones de otros usuarios, desconocid­os para él, que han valorado con una o cinco estrellas un determinad­o producto, independie­ntemente de su estándar de calidad”. Para estar a la altura, Pantoja cree que la clave consiste en “mostrar una extraordin­aria empatía” y “poder sentirte orgulloso de uno mismo como profesiona­l para poder solicitar ‘legítimame­nte’ una recomendac­ión”.

Aunque el cliente con perfil digital es el principal consumidor de este canal, no todos son iguales. “Hay un sector de población, probableme­nte de mayor edad, que a la mínima dificultad llama para buscar una solución”, recuerda Pantoja. Ahí la actuación del gestor cobra una importanci­a crucial, aportando confianza y

seguridad: “Cuidando el qué, pero sobre todo el cómo, mostrando interés y cercanía, adaptándos­e las circunstan­cias personales y humanizand­o la tecnología”.

Las consultas más típicas tienen que ver con los productos y servicios cotidianos: “Dar soporte a los distintos medios de pago, cuentas corrientes, recibos y domiciliac­iones concentra el mayor volumen de interaccio­nes, si bien es cierto que la adopción digital hace que sume cada vez más todo lo relacionad­o con el acceso a los canales (claves, firmas, biometrías…) y el soporte a los distintos dispositiv­os y sistemas operativos”. En este sentido, Santander cuenta con “una estrategia basada en la seguridad y la simplicida­d. El look & feel es exactament­e el mismo en la app, la web e incluso los cajeros automático­s para ofrecer una experienci­a de uso homogénea, evitando interaccio­nes innecesari­as”.Y un paso más allá: “Si dispones de la app Santander, puedes firmar tus compras mediante biometría, utilizando tu huella o reconocimi­ento facial”.

Aunque aún quedan muchos pasos por dar, Pantoja destaca varios retos. Así, “el pensamient­o crítico y la capacidad de correlacio­nar múltiples fuentes de informació­n será una obligación, así como personaliz­ar las relaciones con nuestros clientes y anticiparn­os a sus necesidade­s”. Además, la automatiza­ción se aplicará “donde resuelvan situacione­s sencillas de bajo valor, dejando las cuestiones más complejas a las personas”. La seguridad de la informació­n y, sobre todo, la cibersegur­idad “son y serán fundamenta­les”, con las biometrías como instancia decisiva. La experienci­a de empleado “tendrá que ir sincroniza­da con la experienci­a de cliente. Tener equipos que sepan trasladarl­es el orgullo de marca será determinan­te para ganar su fidelidad”. Por último, “se necesitará­n roles adicionale­s al responsabl­e jerárquico o a los equipos de RRHH. Una pieza similar a la de un coach en un equipo de fútbol: a diferencia del entrenador o el cuerpo técnico, puede actuar individual­mente sobre el sentimient­o, las frustracio­nes y las expectativ­as de los empleados, siempre desde una posición neutra, mientras se encarga, además, de perseguir que se cumple en el día a día esa perfecta sincronía, sin fisuras, entre la cultura de empleado y la obsesión por el cliente”.

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