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Que el Estado imponga el igualitarismo consigue que todos estemos igual de mal
...convergencia se ha frenado desde los años 80, y también que ”el nivel educativo medio en 2001 está claramente correlacionado con las tasas de alfabetización de 1860”. El otro factor decisivo que hunde la renta es, sin duda, el desempleo. Afortunadamente, cuando se analiza la renta bruta total del hogar, el nivel de desigualdad entre las regiones se modera, quizá en gran medida por la tardía emancipación de los jóvenes.
El País Vasco, con 15.183 euros, es el territorio con mayor renta neta media por persona, seguido de Navarra (15.094 euros) y Madrid
(14.580 euros).
En el otro extremo se encuentran las Comunidades con menores valores, siendo la última Extremadura (9.147 euros), precedida de Murcia (9.850 euros) y Canarias (9.935 euros). Sin embargo, estas cifras, siendo muy ilustrativas, deben moderarse, porque el nivel de vida en esos territorios es muy distinto. Así, con una misma cantidad de dinero en unos sitios se puede conseguir mucho más que lo obtenido en otros.
Las cantidades de nuestro gráfico corresponden a
2020 porque nos conviene contrastarlas a las que acaba de sacar el Instituto Nacional de Estadística de ese mismo año, referentes a la distribución de porcentajes de población entre rentas bajas, medias-bajas, medias-altas y altas. Estos datos son muy reveladores porque muestran las diferencias de rentas dentro de cada región española. Una sociedad está bien fundamentada cuando el protagonismo de los ciudadanos, sin intervencionismos del Estado, consigue que las clases medias constituyan la mayor parte de la población. La región española con mayor porcentaje de población con renta alta es el País Vasco con un 62,2%, seguida de Murcia (46,1%) y la Comunidad Valenciana (40,8%). Por el contrario, en el porcentaje de población con renta baja destacan Galicia con un 59,3% y Aragón (59,5%).
El tópico de que el Estado debe imponer coercitivamente el igualitarismo es el modo más rápido para conseguir que todos estemos igual de mal. Soy muy proclive a ayudar más y mejor a los que de verdad lo necesitan y hacen lo que está en su mano para salir de la pobreza. Sin embargo, tengo muy claro que la generación de valor se desincentiva cuando el sistema protege a quienes, sin querer dar un palo al agua, pueden vivir casi tan bien como si estuvieran esforzándose. Lamentablemente, esta tendencia social prospera, sin freno alguno, en la decadente Europa, y de modo mayúsculo en Alemania. Esto provoca que el país teutón atraiga muchos emigrantes que buscan más un subsidio que un trabajo con el que ganarse la vida. La solidaridad no puede ser una coartada para favorecer el dolce far niente, esa ociosidad placentera de la que se jactan demasiados parásitos sociales. Estos abusos no son gratis. En España el niño que nace hoy viene con una deuda de 31.350 euros. No hay derecho que nuestros políticos atraquen a los más indefensos.