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El ex directivo de Telefónica
Que quiere ponerte un casco inteligente
Manu Marín sabe que el elemento diferencial de los cascos de Livall son los datos que recogen: esa información es oro molido para los ayuntamientos y la movilidad en las ciudades.
Manu Marín es unos de los startuperos más brillantes de nuestro país.Tiene todos los ingredientes para ello: experiencia como alto directivo en Estados Unidos y en España –en Telefónica–; conocedor de China, su movimiento tecnolóTodo gico y su ecosistema para emprendedores –trabajó para Morgan Stanley Asia–; creador de un fondo de inversión que tiene su foco en startups tecnológicas; y además es inquieto, visionario, emprendedor y aficionado a la bicicleta. influye para que el resultado de todo esto sea Livall, una compañía que fabrica cascos inteligentes.“En realidad –puntualiza–, Livall es mucho más que un casco, es un estilo de vida, se trata de la primera plataforma que permite la gestión global de la movilidad en ciudades, lo que nos convierte en una gran herramienta para los ayuntamientos de todo el mundo.”
El origen de Livall se encuentra en China.“En uno de mis múltiples viajes, conocí a Bryan Zheng, que luego se convirtió en mi socio en esta compañía.Y me habló del mundo de las bicicletas y los patinetes, de lo que estos vehículos iban a suponer para la movilidad en las ciudades, de todos los sistemas de delivery… Y entendí que la movilidad sostenible iba a llegar a todo el mundo, con la diferencia frente a China de que en occidente lo iba a hacer con una regulación mucho más específica.Y el casco se iba a convertir en un elemento fundamental.”
Lo primero que ofrece un casco, y por eso es fundamental para los usuarios de bicicleta o patinete, es protección, evita lesiones y salva vidas. Pero la clave de lo que iba a proponer Livall estaba en la conectividad de sus cascos y, por tanto, en la posibilidad de generar información, de aportar datos que mejoren la movilidad en las ciudades. “Lo vi claro: la propuesta es un casco inteligente, el llamado smart hardware. El casco está permanentemente conectado a una aplicación, al móvil, ofrece información sobre localización, movimiento del usuario… Y cuando creas una comunidad y ofreces esa información y su análisis a los ayuntamientos, estás creando una herramienta muy potente para mejorar la calidad de vida de las ciudades.”
Los cascos de Livall ofrecen geolocalización, seguimiento de rutas, luces para mejorar la visibilidad –tanto para que el ciclista pueda ver mejor como para que la bici o el patinete sean visibles para conductores de otros vehículos–, luz de freno, manos-libres para el móvil e incluso un sistema de SOS, que se activa enviando una localización en caso de que se produzca un accidente. Existen modelos específicos para bicicletas de carretera, de montaña y eléctricas; para patinetes; para esquiadores; y ya se está trabajando con la DGT en uno específico para motos, que aparte de las funcionalidades ya comentadas, dará la posibilidad de dar avisos a los conductores sobre las condiciones de las carreteras por las que estén circulando.
ORIGEN. El proyecto se puso en marcha en China, bajo la marca Smart4U.“El concepto es un poco distinto –explica Manu Marín–, allí el producto tiene que ser low cost. Desde el principio, fue Bryan quien lo gestionó allí, y yo lancé la filial de Europa”. El arranque en Europa, en 2021, arrojó unas cifras muy alentadoras: las ventas en el primer ejercicio ascendieron a 1,2 millones. Y 2022 se va a cerrar con una facturación aproximadamente del doble: 2,5 millones.
Pero este emprendedor avisa que esto no ha hecho más que empezar. “La previsión de facturación en 2023 es de 4,7 millones
Enrique Serra, y en 2024 superaremos
CEO del Grupo
la barrera de los 10 millones”.
Caminos.
Para lograrlo, hay un plan estratégico muy concreto.“En el primer trimestre de 2023 tenemos previsto realizar una ronda de inversión de entre seis y siete millones, con los que acometer los planes en los que vamos a basar nuestra estrategia a corto plazo”, explica.
Aproximadamente un tercio de ese capital se va a dedicar a desarrollar el modelo de distribución en Latinoamérica, un área geográfica en la que Livall considera que sus productos van a tener una enorme aceptación. Otro tercio, lo dedicarán a desarrollar la plataforma de usuarios. “Tenemos una base datos de cerca de dos millones de usuarios, de los que medio millón son europeos. Todavía no monetizamos ese activo, pero vamos a implantar un modelo de suscripción, al estilo de Strava, que pensamos que va a ser muy rentable”.Y el resto del capital se va a dedicar a crear una fábrica en España para producir los cascos, que actualmente se fabrican en China. “Ya disponemos de un centro de distribución en Albacete, y hay muchas posibilidades de que la fábrica se implante también allí”.
En cuanto al tipo de cliente, en esta primera fase los cascos de Livall –cuyos precios oscilan entre los 40 y los 179€– se han dirigido al consumidor final, para proporcionarle seguridad y ocio. “Vamos a seguir en esa línea, gracias a la plataforma podemos dar servicios de rutas, velocidades, entrenador personal, frecuencia cardiaca, guía turístico…” Pero también se están introduciendo en el ámbito profesional. “Estamos desarrollando cascos pensados para diferentes industrias. Por ejemplo, podemos equipar a las personas que trabajan en mantenimiento de carreteras, y el casco puede funcionar como sensor de presencia, controlador de turnos de trabajo, geolocalización, detección de posibles accidentes… En el caso de este ámbito industrial, estamos pensado en un modelo económico parecido al de SAS, es decir, de pago por licencia”.
La aceptación del producto, sus enormes posibilidades y las previsiones de crecimiento hacen que Manu Marín se muestre muy optimista respecto al futuro. “Pensamos que la compañía se pondrá a ritmo de unicornio en tres o cuatro años”.