La serenidadde los materiales centenarios ha sido alterada con toques de acero corten.
ros desnudos y apreciar las cicatrices del tiempo. Se restauraron las estructuras de madera y se rescataron los azulejos y suelos hidráulicos originales. Con ellos se rehicieron los suelos y las paredes del baño principal a modo de patchwork. Franciscó rompió la quietud monacal de los materiales centenarios con uno industrial: acero corten en determinadas paredes, suelos y hasta techos. Propietario también del estudio de interiorismo Los Clasificadores de Cosas, apostó por una decoración simple que pusiera de relieve sus piezas de coleccionista. “Soy un acumulador nato, mis primeros ahorros, que obtuve dando clases de inglés y matemáticas, los empleé en adquirir unos grabados antiguos. Desde entonces no he parado de comprar, principal- mente obra gráfica del XVIII y de Piranesi. También me gustan los dibujos españoles e italianos del XVI y XVII, la porcelana y cerámica chinas, el mobiliario francés del XVIII y XIX y los tejidos y alfombras antiguas”. Aquí todo se combina desenfadadamente y de forma descontextualizada: antigüedades, objetos anónimos rescatados en mercadillos, importantes piezas artísticas junto a muebles icónicos del XX y obras de creadores contemporáneos como Saura, Chillida, Carmen Calvo, Cáceres y Miranda, Costus o Warhol conviviendo en armonía con Van der Rohe, Eames, Henningsen, cómodas época Grand Tour, relojes Imperio y muebles Luis XVI. “En este templo todos hablan el mismo idioma”, remata Francisco.
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