Pieza “Una no debe llamar la atención más que otra. En el arte, como en el vestir, lo más importante es el equilibrio y armonía”. la
Cristiana pinheiro
l color es uno de los elementos más importantes del arte, de la decoración y de la moda. Un vehículo de expresión para transmitir un estado de ánimo o la imagen que tenemos de nosotros mismos. Así al menos lo entiende la propietaria de esta casa en Río de Janeiro, que ha reorganizado su vida gracias a la riqueza de una pantonera. “Soy abogada, pero tras diez años trabajando en uno de los mayores despachos de Brasil, decidí convertir mi afición en una profesión. Estudié en el Istituto Marangoni de París y, ahora me dedico a la consultoría de imagen, una especie de coaching en materia de moda, donde las tonalidades, los patrones, las texturas, las líneas y las formas son capitales –explica Cristiana Pinheiro–. Mi labor se parece mucho a la de un asesor de arte con su coleccionista, pero de una manera aún más personal”. Cuando descubrió este chalet cerca de la casa de los padres de su marido, el también abogado Plinio Pinheiro, vio una oportunidad perfecta para poner en práctica todo ese aprendizaje. Esta joya de la arquitectura carioca de más de 680 metros cuadrados fue construida en la década de los 70 por Jorge Hue, uno de los artífices del estilo Moderno en Brasil. “Quisimos preservarla a toda costa. Por ello, mantuvimos la distribución, los cerramientos e, incluso, los suelos originales. Tan solo actualizamos pequeñas cosas como los muebles y los electrodo-
mésticos de la cocina y el color de las paredes. Cambiamos el amarillo primitivo por un luminoso blanco que sirviera de lienzo a la colección de arte. Fuimos tan respetuosos que cuando quisimos construir la piscina del jardín, consultamos con Hue para no desvirtuar su planteamiento”, continúa. El resto se mantuvo igual. En la planta baja, además de la cocina y el salón (dividido en diferentes ambientes), hay un comedor y una gran terraza acristalada que en verano se abre al jardín en el que crece un imponente ficus centenario. Arriba están los dormitorios del matrimonio y sus dos hijos y los baños. Tanto Plinio como ella crecieron rodeados de pintura y escultura y, desde niña, Cristiana ha recibido clases de Historia del Arte y ha viajado por Europa agudizando su radar. “Empezar a comprar fue algo de lo más natural. Tenemos obras de artistas contemporáneos tan importantes como Alfredo Volpi, pero también de jóvenes promesas. Creemos que una pieza no debe llamar la atención más que otra, por mucho que ésta pudiera ser de un estatus inferior. Como a la hora de vestir, lo más importante es encontrar el equilibrio y la armonía, que se establezca un diálogo con la propia construcción –afirma ella–. En cuanto a la decoración, nos gusta la geometría, los colores primarios y los iconos del diseño moderno, como las mesas Tulip de Saarinen, las sillas Panton o las LCW de los Eames; pero también los muebles de herencia familiar, como la alfombra o la mesa decimonónica de la gran terraza acristalada de la planta baja, que fueron de nuestros abuelos”, añade. Con todos ellos ha confeccionado un outfit doméstico muy fresco.
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