“Intentamos reciclar, generar los MÍNIMOS residuos y conservar al MÁXIMO”.
Si hay cosas que no te gustan en el mundo en que naciste, haz tu vida diferente. Esta máxima que parece sacada de un manual de coaching resume los últimos 15 años de Benito Escat, propietario de esta casa tan poco convencional en Fornells, Menorca. Veraneaba en la isla desde siempre con su familia y se enteró de que se vendía un centro de jardinería de los 80, un terreno rural con varios invernaderos y una nave de una planta donde estaban las oficinas y vestuarios. En una apuesta valiente decidió restaurarla para mudarse desde Barcelona y convertirla en su residencia permanente (luego se instalaron en Mahón y vienen aquí en vacaciones). Era el remate para su cambio de rumbo. Directivo de marcas de gran lujo durante 25 años, con el cambio de siglo decidió dedicarse a algo que le hiciera más feliz. Lo que había empezado como un hobby se convirtió en su nuevo trabajo. “Compraba espacios que me gustaban, los rehabilitaba y me los quedaba o los vendía”, cuenta. Siempre buscaba reutilizar con soluciones simples, inteligentes y resultonas, como las que ha aplicado en esta construcción junto a Quintana Partners, formada por su hijo Benito y Pol Castells, a quienes ha transmitido su filosofía. “Hay que tratar los espacios de otra manera. Intentamos conservar al máximo, dejar imágenes y recuerdos de lo que fue, que todo sea reciclado, crear los mínimos residuos. Por eso las instalaciones están a la vista, para poder volverlas a usar”. Junto a ellos y con estos parámetros ha acometido obras en la isla, Barcelona o Berlín para clientes que entienden este proceder. Aquí, en el que ellos llaman Garden Loft han intentado mantener vivo su espíritu de casa de aperos pero ganando en funcionalidad doméstica. “Estaba completamente olvidado, lleno de escombros, herramientas, sacos... Sacamos de la parcela 14 toneladas de residuos y otras cuatro de poda”. Limpiaron, sanearon, conservaron los suelos de piedra y cemento aplicándoles mínimas y siempre utilizando materiales un protector y restauraron las puertas y ventanas. La s intervenciones fueron Escat. El tejado se hizo nuevo con aislantes, industriales o de campo. “Que se vieran las heridas pero añadiendo confort”, explica de trabajo; se limitaron a recortarla en ángulo cartón y tela de gallinero como soporte. La barra de la cocina ya existía como zona conecta con el porche. Un poco más allá, un para dejar paso al comedor y al salón. Un cerramiento de hierro diseño suyo la hubiera significado más desechos, enorme depósito de agua de uralita ha sido reconvertido en un cine de verano (“Destruirlo aparcan cuatro caravanas vintage acondicionadas más costes”), una antigua balsa de riego es ahora la alberca y bajo uno de los invernaderos se encuentran dentro del edificio, como suites para invitados. Los dos dormitorios principales, con baño incorporado, rastros y mercadillos de todo el mundo a continuación del salón. Amueblar no fue un problema. Benito lleva décadas visitando y es que a la afinidad estética por lo antiguo se en busca de piezas curiosas y con solera. “Me cuesta comprar nuevo”, reconoce, toda producción. Sillas de skai alemanas, une su militancia ecologista, por la que intenta evitar los desperdicios que entraña “Es un síndrome de Diógenes contro lado, carteles americanos, camillas militares, butacas típicas menorquinas, ollas de aluminio... muebles dan muchas vueltas”. Todo derrocha con objetos más escogidos. Como siempre estamos haciendo proyectos, los tribu transhumante, el patriarca y su prole: ingenio y buen humor y por eso, en cuanto comienza el buen tiempo, como una y sus parejas, amigos y satélites, se trasladan Pablo y Benito, sus hijos mayores, Valentina, su hijastra, el pequeño Telmo Benito, ni etiquetas. La casa invita. aquí para vivir de una forma diferente, libre, descomplicada y relajada. Sin normas n