LA VIDA DE AD
El otoño también llega a www.revistaad.es en foma de casas impresionantes, guías de compras, nuevos hoteles y mil noticias de decoración actualizadas a diario.
(viene de la página 158) Muebles propios, de colegas y amigos como Gamper y viejas ediciones de los Eames y Thonet se empastan de forma armónica. No sobra nada, no hay objetos de usar y tirar. Hasta el accesorio más mínimo tiene un origen noble, ha sido elegido con cuidado y para siempre. El exprimidor o la escobilla del váter son de cerámica británica de colección. Reina un orden absoluto, castrense, casi irreal. “Nuestro paisaje –dice refiriéndose a su casa– cambia constantemente. Ahora estoy proyectando un sofá, aunque no hago muebles cómodos. Podría, pero no es mi prioridad, para mí no es importante. Y supongo que los adapto a mi estilo de vida”. Un pasillo forrado de armarios conduce al baño, revestido de Marmoreal, un mármol técnico que creó para Dzek, y a su dormitorio. En un rincón, un popurrí de taburetes de sus series Solids of Revolution, Bronze Poly... que siempre fabrica el propio Lamb. “Fue una consecuencia del proceso de trabajo que decidí adoptar. Mi tesis de graduación del máster, Exercises in seating (2006) era una investigación sobre materiales y procesos que dieron lugar a una serie de asientos. Nadie se interesó por ellos porque no fueron concebidos para la producción en masa. Para mí eran maneras de aprender y crear una base de datos sobre materiales y procesos. Deconstruí las técnicas industriales, las primitizaba para realizarlos. ¿No podía acceder a una fundición? Pues usaba la arena de la playa como molde para mi Pewter Stool. La consecuencia es que creé mi propia industria, por así decirlo, y sigo haciéndolo”. Se ha prodigado poco colaborando para empresas: una mesita para Habitat, un taburete para Hem, cristal para Lobmeyr o estanterías y mesas para Benchmark. “Tengo reuniones con compañías como Hay o SCP que siguen convencidos de que no trabajo para la industria, pero no lo hago porque nadie me lo pide. No porque no pueda o no quiera. Aunque mi mayor satisfacción es la actividad física en mi taller, hiriéndome las manos y manchándome”. Exercises in seating es un proyecto que continúa a día de hoy. Le preguntamos por qué le gustan tanto los asientos. “Me apasionan por su presencia física y porque son una fantástica herramienta de experimentación, aunque irónicamente, no me gusta sentarme”. A pesar de su vehemencia, Lamb no resulta pedante, quizá su adscripción a la corriente matérica en vez de a la conceptual le hace tener los pies en la tierra. Eso y el ser educado por una familia (padre instructor militar y madre profesora de educación especial) que le ha inculcado la ética del esfuerzo desde pequeño. Habla mucho y con pasión de su abuelo que al jubilarse, en vez de quedarse de brazos cruzados, decidió convertirse en granjero recomprando una propiedad que había sido de la familia. En ella trabajaba los veranos de adolescente para ganar dinero. “Lo que aprendí de él es que es importante encontrar la forma de mantenerte siempre a flote. Soy y, probablemente, siga siendo pesimista, como cuando estaba en la universidad y pensaba que jamás encontraría un puesto de diseñador porque mis 29 compañeros de clase querían lo mismo. No doy nada por hecho y no espero nada. Mi destino está en mis manos. Solo puedo recoger lo que cosecho”, concluye con un símil muy ad hoc. www.maxlamb.org
n