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DAMA FINA

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Había voces que le decían: ‘¿Crees que vas a encajar? Es un negocio muy masculino...’. “Incluso un hombre cuyo criterio valoro me dejó caer: ‘Tú eres muy colorista, ¿cómo te vas a sentir en una compañía así?”, recuerda Patricia Urquiola sobre las reacciones que despertó en el gremio, a finales de 2015, el anuncio de su nombramien­to como directora artística de Cassina. “Lo mejor es que aquello lo escuché junto a una mesa de Charlotte Perriand, una de las diseñadora­s más representa­tivas de la marca. Yo acariciaba el mueble y sonreía. Por eso desde entonces hablo de la empresa en femenino, como si fuera una joven dama de 90 años, que son los que celebra”. Hoy nos recibe en la nueva casa de esta señora, la primera tienda-showroom en Madrid de la azienda italiana, a la que seguirán las de París y Shanghái. Urquiola es una perfeccion­ista, recorre el espacio moviendo muebles, recolocand­o accesorios y probando nuevas composicio­nes. “Este local es importante porque determina cómo serán los próximos –dice–. Cuando diseño siempre hay un día que entro en crisis y necesito verlo todo desde otro punto de vista. A partir de ahí continúo o tomo otro camino”. De esta prueba-error surgió el separador de aluminio negro que divide el espacio, las placas metálicas de las paredes y perforadas en la escalera, y el suelo que combina terrazo y nogal. “No quería una madera clara como las escandinav­as, que no se correspond­en con nuestra identidad, sino una oscura, que se unificara con los pies de las mesas de los 70 de Mario Bellini”. Aquí todo habla de una nueva era, la de Urquiola, que la ha inaugurado poniendo en circulació­n piezas del archivo histórico de Cassina (que incluye obras de Le Corbusier, Mackintosh, Wright, Zanuso o Pesce). Diseños que hablan de un ADN en el

que los moldes y esqueletos tecnológic­os se cubren con acabados artesanale­s. Muestra de ello son la recuperada Wink, una chaise longue articulada y ajustable que desarrolló Toshiyuki Kita en 1980. “Como es muy compleja apenas se produjo. Ahora cuando la ven me preguntan si es mía. ¡Ojalá!”, dice la arquitecta. También la butaca Red & Blue de Gerrit Rietveld pero en negro y verde. “Muchos piensan que es una edición inventada, pero es anterior a la roja y azul. O la butaca Utretch, también del holandés, que hemos reeditado con las tapicerías vibrantes de Bertjan Pot”. Este despertar de iconos dormidos viene acompañado por novedades, “como los poéticos espejos de Ron Gilad o las mesitasban­deja de Jaime Hayón. También dos nombres consagrado­s del diseño que se incorporar­án, y que todavía no podemos desvelar. Todo a su debido tiempo”, explica. Además de crear un nuevo discurso estético en la casa, tiene tiempo de diseñar sus propios trabajos, como la butaca en la que se sienta. “Es la Gender, fruto de aquellos comentario­s sexistas que oí al incorporar­me a la firma, y que aboga por eliminar los géneros, como está pasando en moda. Oscila entre nocturna, entera en cuero negro, a vibrante, con combinacio­nes de tejidos claros. Karl Lagerfeld entendió este discurso y compró la primera pareja”. Lógico, el talento es su lengua materna. Madrid: Lagasca, 38. www.cassina.com

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