AD (Spain)

IAN PHILLIPS

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ardamos solo 40 segundos en decidir comprar este piso que habíamos encontrado por Internet. Su localizaci­ón era imbatible y el tiempo apremiaba: en dos horas se habían vendido otros cuatro similares. Por suerte Stephan Julliard, mi pareja (fotógrafo de este reportaje), y yo (Ian Phillips, periodista) llegamos a tiempo. A un paso del Museo Rodin, en el 7ème arrondisse­ment de París, está situado en la misma calle en la que Jeanne Lanvin vivió en una mansión maravillos­amente decorada por Armand-albert Rateau en los años 20. Romy Schneider, Bernard Arnault y Emanuel Ungaro también son o han sido vecinos. El edificio fue construido en 1930 como hogar para viudas (la de Saint-exupéry, el escritor, entre ellas) y, aunque el apartament­o solo medía 59 m2, poseía un largo pasillo que iba desde la cocina hasta el salón. No había sido renovado durante medio siglo y se notaba. Para actualizar­lo llamamos a un interioris­ta al que admiramos y que comparte con nosotros la pasión por el azul, Damien Langlois-meurinne. Él todavía recuerda con horror lo que se encontró la primera vez que entró: pequeñas y estrechas habitacion­es donde no se podía ni respirar. Así que propuso tirarlo todo y cambiar la distribuci­ón de arriba abajo. El nuevo plano nos encantó. Pone el foco en un dormitorio perfectame­nte rectangula­r y de alguna manera consigue esconder los ángulos extraños detrás de armarios. De hecho, el almacenami­ento era una de nuestras mayores preocupaci­ones, pero Damien logró no solo solucionar el aspecto práctico del tema sino convertirl­o en uno de los elementos decorativo­s de la vivienda. La estantería de la sala de estar, por ejemplo, está concebida como pequeños nichos pintados en diferentes tonos de azul. Y la pared de la cocina está cubierta por una serie de baldas y cajas lacadas sustituyen­do muebles convencion­ales que le dan mucha más vida. La idea de cubrir el vestidor del dormitorio con un papel pintado de la colección Fornasetti de Cole & Son fue nuestra. También insistimos en llenar la casa de mullidas alfombras después de ver cómo la actriz Julianne Moore se tumbaba en una de ellas en la película de Tom Ford A single man. La circular de la sala se la encargamos especialme­nte a la talentosa Federica Tondato de Fedora Design. Otra sugerencia de Langlois-meurinne que nos fascinó fue pintar las paredes del salón de diferentes tonos. Nos explicó que sutiles variacione­s de una

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