Sin pretensiones ni una intención DECORATIVA.

on una personalidad tan apabullante como la de Marina Abramovi´c todo es posible, y eso también es aplicable a su refugio. Esta duda sobre cómo será el lugar donde descansa la artista performer más célebre y controvertida del planeta está más que justificada si atendemos a su carrera. En sus inicios en la década de los 70 sacudió el mundo del arte con sus performances Rhythm en las que se cortaba, saltaba dentro de una estrella de fuego, tomaba una pastilla para quedarse catatónica y se prestaba a ser manipulada por el público. A estas siguieron las colaboraciones con su antigua pareja, el también artista Franck Uwe Laysiepen, conocido como Ulay. Una relación que comenzó en 1976 y a la que pertenecen piezas como Breathing In/breathing Out , en la que se pasaban el oxígeno del uno al otro en un largo beso hasta que caían desmayados por culpa del dióxido. Su historia finalizó en 1988 con una actuación en la Muralla China: cada uno comenzó a recorrerla por un extremo y al encontrarse se despidieron para siempre. En 2010, con La artista está presente, estuvo en el MOMA sentada durante 736 horas y media, tiempo en el que dedicó un minuto a mirar a los ojos a cada uno de los espectadores que acudieron, uno de ellos fue Ulay (a quien no veía desde su ruptura). O la ópera sobre su relación con su madre y los hombres The Life and Death of Marina Abramovi´c (2013), en la que comparte escena con Willem Dafoe. Todas son obras visuales tan intensas y fascinantes, ejercicios que necesitan de un lugar donde recuperarse. Este refugio espiritual, como ella lo define, está en Malden Bridge, a tres horas de Nueva York, donde tiene su residencia habitual en el Soho. Se trata de una construcción de 320 m2 que durante años estuvo a la venta y que no despertó el interés de los compradores debido a su extraña estructura: una estrella de seis puntas. Lo que en otros provocó rechazo, a ella le atrajo. “Me crié en Belgrado, Yugoslavia, un país comunista y allí este símbolo es muy poderoso. Aparece en mi partida de nacimiento, en mis libros escolares. Lo sentí como una señal de que estaba llamada a ser mía”. Esta figura es un tema recurrente en su trabajo, como en Thomas Lips (1975), en el que se corta con una cuchilla en