Imagen “La palabra Dimore evoca la casa antigua, de pátina, de belleza”. misterio y
Medicina. Y nunca volví”, bromea Britt (Asheboro, Carolina del Norte, 1973). En 2001, a través de unos amigos comunes conoció a Emiliano (Arezzo, 1972), que inmediatamente le ofreció colaborar en el interiorismo de una villa en Cerdeña para Giulio Cappellini, su mentor. El empresario, tras descubrir el milagro que Salci había obrado con la tienda de su progenitor (en la que vendía firmas como De Padova, Knoll o Vitra), ya le había confiado la dirección de arte de su firma, donde colaboró con grandes como Jasper Morrison o Tom Dixon. “Al principio compartíamos las decisiones, pero a medida que el trabajo ha ido creciendo nos dividimos las tareas. Mientras uno se ocupa de la parte creativa; el otro lleva más el negocio, el marketing y los clientes”, relata Salci. “Tenemos la regla de no hablar de trabajo en casa, de no contestar e-mails fuera de horario”, apunta Moran. “Es difícil, al final no conseguimos hacer una pausa, hablamos las cosas de la oficina mientras vemos la tele o una película. Pero nos queremos mucho”, interrumpe con complicidad el italiano. Y es que un porfolio como el suyo difícilmente permite desconexión. Aunque ahora su nombre suena por proyectos tan ambiciosos como los apartamentos Palazzo Fendi (2015) en Roma o el Hôtel Saint-marc (2016) en París, suyas son también numerosas viviendas firmadas con discreción para anónimos millonarios en el londinense Notting Hill o en el parisino Saint-germain-des-prés y algunas de las boutiques más lujosas del mundo, como la joyería Pomellato (2016) de Milán. “Nos gusta sorprender, experimentar con tonos fuertes e inesperados, con materiales tan interesantes como la madera o el latón y con piezas de artesanos locales”. Buen ejemplo de ello es Casa Fayette, en Guadalajara (México, 2015), un antigua casona convertida en moderno hotel con referencias a los años 30 y rarezas vintage. “La idea es comisariar, más que decorar, escenografías que aunque puedan tener reminiscencias a otras épocas, no recreen ningún periodo en concreto”. Salimos a la calle y Britt, como es habitual, se sube en su bicicleta camino de Solferino. Allí recorremos junto a él Dimoregallery, un apartamento adyacente al estudio en el que cada año, durante Il Salone, presentan su colección de mobiliario, lámparas, alfombras y telas. “Ya queda muy poco, en solo unos días comenzaremos con el montaje de los nuevos lanzamientos, pero el resultado aún es un secreto”. Contamos los días para volver a Milán. www.dimorestudio.eu
uvo siempre una actitud rebelde, inquieta. Tras muchos traspiés terminó estudiando interiorismo en Barcelona y con ese espíritu de contradicción presentó su proyecto de fin de carrera en 2013: “Fueron muebles desmontables que cabían en una furgoneta y que podías trasladar según la vida nómada de la gente de mi generación”, recuerda Jorge Penadés (Málaga, 1985), Premio Campari al Nuevo Talento, sobre su debut con la colección Nomadic. Después de unas prácticas de verano en Eindhoven acabó de comprender que su interés real era crear producto. Así que finalmente realizó un máster en el IED de Madrid bajo la dirección de los austriacos Mischer’traxler. “Con ellos aprendí mucho, sobre todo porque se nutren de diferentes disciplinas, lo que hace que tengan una visión muy amplia de este trabajo. Me sentí identificado con su manera de ver la profesión porque lo hacen desde un punto de vista muy crítico, muy acorde con mi actitud vital, con esa posición transgresora que siempre he tenido”, explica. El resultado de aquel taller, y lo que le dio a conocer, no fue una pieza, sino un material, Structural Skin. “Es una idea que surge de los restos de cuero que genera mi padre en su hobby de jubilado, fabricar carteras y pequeños objetos de piel, y que iba tirar. Un día vi un tablero de MDF e hice la conexión, pensé que si ese conglomerado surgía de residuos de madera igual podría conseguir algo similiar con los sobrantes de cuero. Experimenté e investigué hasta que di con la fórmula que permitía crear unos listones con los que fabricar cosas. Había que triturar los retales y después unirlos. La clave fue decidir el tipo de cola: en vez de recurrir a resinas, iba a usar un aglutinante natural”. El impacto medioambiental es importante para Penadés y la solución la encontró en técnicas tradicionales que han caído en desuso. “Mi padre viene de una familia de ebanistas y heredó un libro francés donde leímos la receta de la cola de hueso, que básicamente es colágeno y agua”. Prensando el cuero y el pegamento surgieron los listones con los que construyó estructuras. “Primero un perchero y unas mesas que enseguida se