“Barragán MAXIMIZA la sencillez, VENER A el silencio y la INTIMIDAD. Sus espacios hablan del HOMBRE, no de la arquitectura”.
Se alejó de galerías, salas de exposiciones y talleres y como un ejercicio mental decidió que durante un año no compraría ninguna obra de arte. “Desde 2012 me cuestionaba la viabilidad y congruencia de seguir coleccionando”, explica César Cervantes, el que hasta la fecha era una institución en el panorama del coleccionismo mexicano con sus más de 800 piezas de contemporáneo y una biblioteca especializada de 7.000 volúmenes en su casa de Ciudad de México (ver Soy lo que colecciono en AD 44) . Entonces decidió venderlas. “Guardo muy pocas, básicamente las que fueron un regalo. Hubiese conservado más, pero me fue imposible seleccionar. De las más entrañables que me vienen a la cabeza destacan Still Life with Spirit and Xitle de Jimmie Durham, Sleeping on the Roof de Daniel Guzman, Barre de bois rond de André Cadere o Mirror Room de Monika Sosnowska”. Dejó atrás lo grande y pasó a lo monumental. Todo el dinero conseguido lo reinvirtió en su nueva vivienda, que espera sea el inicio de otra colección: Casa Prieto (construida entre 1946 y 1950 para el empresario del