AD (Spain)

TOCAR LOS CLÁSICOS El estudio Melián Randolph actualizó este ático en Madrid con gran arte, muebles con pátina e ingenio.

Muebles con pátina, gran arte, mix de materiales y mucha experienci­a son las herramient­as con las que las hermanas Melián Randolph actualizan, como pocas, la tradición. Este ático en Madrid da fe de su buen hacer.

- fotos: ricardo labougle texto: toni torrecilla­s

Su madre les decía I like to keep it simple (Me gusta dejarlo sencillo) y esa enseñanza la llevan siempre consigo, por complejo que en su oficio sea conseguirl­o. “Ella era de Tennessee y se instaló con mi padre en Andalucía para construir Sotogrande. En sus baúles había fotografía­s de arquitectu­ra rural del Sur de España, minimal y sobria, que mezclaba con muebles que traía de Hong Kong. Todo muy austero pero con un toque sorprenden­te, algo que en los años 60 era inaudito”, recuerda Victoria sobre cómo ella y su hermana Sylvia comenzaron a educar sus ojos. Juntas componen el estudio de decoración Melián Randolph y nos reciben en este ático dúplex en el barrio de Chamberí de la capital. “¿Os suena?”, preguntan. Sí, hay algo que nos es familiar (ver AD Nº72, Un cliente valiente). “Hace cinco años lo reformamos, pero en esa ocasión consistió en actualizar el cuarto de baño, la cocina y decorarlo”, explica Sylvia. Su propietari­o, un artista mexicano, tras habitarla y viajar, sobre todo a Sudáfrica, descubrió ambientes despejados que le daban paz, que distaban de su interior mucho más barroco, y decidió cambiarla por completo. “Ya no quería una cocina cerrada, sino abierta (que cubrieron con un azulejo inspirado en el trabajo de Gio Ponti) para estar con sus invitados o dormir arriba y no abajo”. Cuando comenzaron a trasformar la estructura de 400 m2, dieron con nuevas alturas hasta llegar al forjado y dejaron vistas las vigas de madera del techo. “A él le habían regalado un libro sobre Jaime Parladé y dijo que las quería verdes, al estilo del interioris­ta, que decía que solo en Madrid, donde eran más cursis, querían que se viera la madera buena”, bromean. Así surgió una planta principal con un gran salón-comedor-cocina y una habitación con baño en suite para invitados, mientras que en la planta de arriba se destinó al dormitorio principal, con una zona de estar, baño, despacho y una terraza como las que el dueño vio en el Bósforo. “Le dimos mucha importanci­a a las texturas, usamos jabelga, una mortero de cal tradiciona­l del Sur que contiene pigmentos naturales, en tonos neutros y en rosa para su habitación”. Siguieron sumando sorpresas, como las puertas que pertenecie­ron al Consulado de Francia en Jerez, los muros de ladrillo, la iluminació­n impecable (que diseñó Javier Górriz) o la escultóric­a escalera de hierro pintada con laca vulcanizad­a, obra suya. Además de una colección de arte con nombres como Olafur Eliasson, Hannah Collins o Mathias Kessler. Todo al servicio de abandonar la opulencia anterior para entrar en una nueva era, la de la calma moderna. www.melianrand­olph.com

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