“Red House será un PALACIO de las artes, aquí haremos REALIDAD nuestra utopía de vivir con objetos tan útiles como BELLOS”.
pasados los años, aplicó su fascinación por ese universo romántico y excesivo a todas y cada una de las múltiples empresas en las que se embarcó. Todo comenzó en Oxford, donde estudió arte, arquitectura y teología. Entre devaneos con la poesía de Keats o Yates, conoció a Edward Burne-jones, que se convertiría en su mejor amigo y socio, y se empapó de la filosofía anti-industrial de John Ruskin. Al licenciarse, en 1856, trabajó brevemente en una firma de arquitectura londinense donde coincidió con Philip Webb, pero ser un subordinado no era lo suyo. Un año después, se mudó junto a este a Bloomsbury e, imbuído del espíritu artístico del entorno, se dedicó en exclusiva a sus versos y a la pintura introdujéndose en el círculo de los pintores prerrafaelitas. Ellos compartían sus mismos ideales utópicos de regreso a los valores y estética del pasado y gracias a ellos conoció a su esposa, Jane Burden, una deslumbrante pelirroja de extracción humilde que les servía de modelo para
“Fui pionero en hacer de BLOOMSBURY un nido de creatividad y vida CULTURAL. Yo sembré la semilla para que, años después, estas mentes LIBRES CREARÁN allí”.
sus cuadros (el único óleo que se conserva de Morris, en el Victoria & Albert de Londres, es un retrato de ella encarnando a la legendaria Isolda). Como regalo fastuoso de bodas, William encargó a su amigo Webb que le construyese “un moderno palacio de las artes”, una mansión en Kent, la Red House (1859), cuyos interiores, desde las vidrieras a los muebles con tintes neogóticos, hicieron a medida él mismo y sus amigos siguiendo los preceptos humanistas y de calidad del Arts & Crafts. La experiencia fue buena y este hombre polifacético, tan idealista como práctico, fundó en 1861 con su grupo una empresa de arquitectura y diseño: Morris, Marshall, Faulkner & Co. para seguir produciendo sus creaciones. “No tengas nada en tu casa que no sepas que es útil o que consideres bello”, afirmaba años después en una conferencia, The Beauty of Life, aunque lo cierto es que la minuciosa elaboración de sus productos los hicieron únicamente accesibles a una afortunada minoría.
ueron esos primeros años cuando diseñó muchos de sus icónicos estampados, quizá su trabajo más conocido y que, a día de hoy, se siguen fabricando en forma de telas y papeles pintados bajo su marca (que en España distribuye Gancedo). Trellis, el primero, vio la luz en 1862, a él le siguieron Acanthus, Leicester, Garden Fruit, Willow, Golden Lily... todos florales, vegetales o frutales, como salidos de un tapiz del Medievo. Pasados unos años, terminó comprando su parte al resto de socios, acortó el nombre a Morris & Co y, como propietario único, expansionó económicamente el negocio sin dejar de lado una preclara conciencia social y ecológica. A la vez que abría tienda en Oxford Street o se encargaba de amueblar una parte del mismísi-
mo palacio de Saint James, Morris visitaba sus tejedurías reivindicando mejoras de las condiciones laborales de los trabajadores, investigaba personalmente el uso de tintes orgánicos o fundaba una sociedad para proteger los edificios antiguos. Conservacionismo, ecología, sostenibilidad, justicia social y trabajo colaborativo, temas plenamente vigentes hoy en los que fue pionero. El paso del tiempo no disminuyó su entusiasmo ni su energía, todo lo contrario. En la década de los 80, se implicó en política asociado a la Federación Socialdemocrata y terminó fundando su propio partido: La Liga Socialista, creó una editorial exquisita y alternativa, Kelmscott Press, para imprimir libros propios y ajenos de forma tan cuidada como los códices miniados, escribió manifiestos, más poesía o novelas de ciencia ficción. Su genio fue reconocido ya en vida, en Gran Bretaña es un nombre de culto y su legado es inmenso, pero hoy cobra una nueva actualidad de la mano de otro gurú moderno, su compatriota Jonathan Anderson.
“May y Jane, mis amadas HIJAS, confío en vosotras para CONTINUAR mi tarea de hacer enaltecer la ARTESANÍA”.
l director creativo de Loewe ha puesto sus ojos en los diseños de Morris para crear una colección cápsula de moda y accesorios dándoles un giro de tuerca: William Morris meets punk, que llegará a las tiendas este mes de noviembre. “Transformó la manera en que contemplamos la artesanía, lo que le convierte en uno de los diseñadores más notorios de los últimos 200 años”, opina Anderson. El diseñador eligió cuatro impresiones de los archivos de Morris & Co. concebidas entre 1874 y 1883: Strawberry Thief, Forest, Acanthus y Honeysuckle que ha maridado con respeto cargado de irreverencia junto a una muy británica estética punk. “El pasado no está muerto, vive en nosotros y estará vivo en el futuro que estamos ahora ayudando a construir”, sentenció una vez adelantándose, una vez más, a lo venidero. Palabra de gurú. William Morris y compañía: el movimiento Arts & Crafts en Gran Bretaña. Fundación Juan March del 6 de octubre de 2017 al 21 de enero de 2018.