Obras CUMBRE Armel Soyer
Vive en los Alpes franceses en un chalet-galería: una estructura de madera tradicional del siglo XIX que alberga diseño vanguardista del XXI. En esta perfecta sintonía, todos sus ocupantes están a la venta.
El verano pasado Armel Soyer invitó al diseñador Denis Milovanov a pasar tres semanas en su casa de los Alpes franceses. Ella tenía cinco bloques de roble de Borgoña y el ruso apareció con dos motosierras, un lápiz rojo y un enorme leñador georgiano. Con esa madera, el ruso creó una mesa, dos bancos y una silla esculturales. Cuando un comprador adquirió la primera, era tan pesada que tuvieron que transportarla en helicóptero. Soyer, una de las galeristas más arriesgadas en cuestión de diseño, junto a su marido, el fotógrafo y consultor de imagen Gilles Pernet, han escapado de la vida parisina y se han trasladado de su antiguo loft en la capital a una granja del XIX en Megève. Nacida en el seno de una familia dedicada a las carreras de caballos en Chantilly, a los quince años le mandaron a estudiar a un internado de París. Allí descubrió su lado creativo y, tras trabajar para Lalique, acabó abriendo su primera galería en Le Marais. Con el tiempo, un trabajo llevó a Gilles a Megève con regularidad y ambos se enamoraron del valle. Cuando decidieron comprar una propiedad no tardaron mucho en dar con ella: “La encontré en tan solo 48 horas”, relata el fotógrafo. Una de las razones es que, aparte de los 400 m2 y las dos plantas con las que cuenta el interior, la finca incluía dos hectáreas de terreno en las que poder cuidar los dos caballos de ella. La otra, sus espectaculares vistas, en especial al Mont Blanc. “El pico más alto de Europa es una figura protectora, un punto de referencia, al igual que la Torre Eiffel en París”, cuenta Gilles. Convertir la granja en un hogar les llevó tres años. Había estado operativa hasta la década de los 60 y aún conservaba un metro de paja en el piso superior. Aunque hicieron pocos cambios en la estructura externa, renovaron el interior por completo, haciendo un gran esfuerzo por preservar los materiales originales. “Habría sido un sacrilegio no reutilizar la madera vieja”, declara él. Los desgastados tablones del suelo se usaron para cubrir las paredes, al igual que la madera ennegrecida de la vieja chimenea. Además, el nuevo suelo se tiñó con diferentes colores para conseguir un efecto envejecido. La intención ha sido crear un diseño moderno manteniendo la esencia clásica de su estructura. “Cuando me proponen una pieza, siempre me pregunto a mí misma qué es lo nuevo y si seguirá siendo relevante dentro de 50 años – declara Soyer–. Mi meta es crear algo que realmente resista el paso del tiempo”. Al comenzar el proceso de construcción, decidió que no se convertiría únicamente en su residencia, sino que también sería una prolongación de su showroom parisino. Todos los muebles, en perfecta sincronía con el entorno alpino, están realmente a la venta. El anguloso sofá Igloo de Mathias Kiss, la silla análoga a un bloque de hielo General Dynamic de Julian Mayor, la lámpara de cristal de roca de Christopher Boots o el cabinet de pirita de Kam Tin hacen referencia a los materiales naturales de la región. “Estar aquí me aporta una gran sensación de libertad –cita Soyer–. He demostrado que una galería de diseño contemporáneo puede existir fuera de una gran ciudad”. www.armelsoyer.com