CAMPO ILUSTRADO
estrena refugio en plena Sierra de Guadarrama, un espacio blanco, sereno y con un punto salvaje donde domestica su excentricidad. Es uno de los interiores que incluye su primer libro, un tratado de sus principios estéticos: historia, textiles y audacia.
Lorenzo Castillo presenta su primer libro a la vez que estrena refugio en la sierra madrileña.
Tardó un año en encontrarla. Lorenzo Castillo, el interiorista detrás de muchos de los hoteles Room Mate que hay repartidos por todo el mundo, de los restaurantes Hispania en Londres y Bruselas, y de algunas de las casas más impresionantes de nuestro país, buscaba un lugar acogedor, a menos de una hora de Madrid, con buen tamaño y metido en la naturaleza. Finalmente se topó con esta construcción de piedra y madera en el Valle del Lozoya, cerca de Rascafría, rodeada de lagos, con un paisaje “casi alpino, recuerda a Canadá. La estructura tenía el punto justo de salvaje, con lo bueno y lo malo. La carretera no es de fácil acceso y hubo que hacer mucha obra, pero la privacidad es impagable y también el hecho de que esté en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, un paraje protegido en el que no se puede construir así como así”, nos dice el interiorista. Se trata de un conjunto de casitas erigidas en los años 30. El primer propietario quería viviendas independientes para el servicio y por eso edificó diferentes estructuras para el chófer, la cocinera, un pabellón de caza... De momento, Lorenzo ha restaurado cuatro: la principal, la de Santiago Castillo, su hermano, una que funciona como comedor y cocina, y la pequeña capilla de los años 50, que le hizo especial ilusión recuperar. “En total son más de 1.000 metros. El corazón del lugar es el invernadero, que además comunica la casa principal con la de la cocina. Es una idea muy americana la de tener un conservatory, un espacio interior en el que comer sin pasar frío pero abierto al exterior. Hay muchas zonas así en Las Cumbres, el antiguo nombre de la finca que conservé porque me hacía gracia”, remata. A pesar de que la mayoría de sus espacios son excesivos e intensos, y que sus proyectos rezuman Alta Decoración por los cuatro costados, en esta ocasión el anticuario buscaba crear una caja blanca donde sus pocos pero exquisitos muebles y antigüedades destacasen. “Quería llenarla de madera pero sin caer en la estética cabaña, por eso la pinté con un off white de Farrow & Ball. (continúa en páginas finales)