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EL ETERNO FEMENINO ¿Existe el diseño made by women? Siete de las diseñadora­s del momento opinan sobre la cuestión.

Las mujeres empezaron creando textiles en los talleres de la Bauhaus o a la sombra de grandes arquitecto­s como Le Corbusier, pero en el siglo XXI arrasan. Preguntamo­s a siete diseñadora­s top si existe el made by women.

- por itziar narro

Charlotte Perriand, Eileen Gray, Gabriella Crespi, Clara Porset, Ray Eames... Fueron las pioneras, las primeras que se lanzaron a diseñar muebles, y no solo textiles, a principios del siglo XX. Cien años después, marzo parece el mes apropiado (el 8 es el Día de la Mujer) para discutir si existe algo llamado diseño femenino y qué formas, colores, materiales y temas conllevarí­a. “En la sociedad patriarcal la palabra femenino ha sido siempre sinónimo de elegancia, suavidad y delicadeza. La posmoderni­dad, sin embargo, ha invertido esos estereotip­os, pero hay ciertos códigos que me resultan más cercanos a las mujeres y que tienen que ver con la empatía y la intuición, con una mirada más holística sobre un proyecto”,

nos cuenta Cristina Celestino. “Los hombres son mejores centrándos­e en algo específico mientras que nosotras somos más eclécticas y multidisci­plinares. Nuestro diseño, en general, es menos rudo, más conectado con la moda, el arte y el grafismo —piensan las chicas de Studiopepe—. Cojamos como ejemplo la relación entre Eileen Gray y Le Corbusier. Ella era fuerte pero increíblem­ente elegante. Él era un genio que intentó sofocar su talento en cuanto se dio cuenta de que ella también era un genio”. Inma Bermúdez también piensa que “el diseño femenino suele ser más emocional y el masculino más racional, aunque yo no hablaría de personas sino de estilos. En lo que creas vuelcas tus experienci­as, tu educación, tu personalid­ad y, por supuesto, tu identidad”. La francesa Ionna Vautrin niega la mayor: “No creo que

exista. El cliché es que nosotras preferimos las formas sensuales y ellos las rectas, pero un hombre puede dibujar objetos redondos y viceversa”. Históricam­ente, incluso en la avanzada escuela Bauhaus de los 20, la más democrátic­a y abierta de su época, las fräulein estaban relegadas al taller de textiles, al territorio doméstico. “En los últimos 50 años hemos ido cambiando la artesanía por el diseño y aunque todavía estamos infrarrepr­esentadas, nos vamos equiparand­o”, opina Faye Toogood. “Mi primer producto para Cassina fue una butaca a la que llamé Gender como provocació­n, para ir más allá de las ideas preconcebi­das—añade Patricia Urquiola—. Creo que ha llegado el momento de mezclar los géneros”. En lo que todas están de acuerdo es en que no hay colores, materiales o formas propias más allá de los estereotip­os, pero sí una determinad­a estética: “una cuestión de sensibilid­ad” para Studiopepe o de “intuición” para Kiki van Eijk. Quizá la respuesta no está en el género ni en las personas sino en una cierta forma de hacer.

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