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ICONO Del suizo Ueli Berger aprendimos dos lecciones: que hay otras formas de sentarse y el do it yourself de diseño.

El suizo Ueli Berger, inconformi­sta y precursor del do it yourself, se adelantó a su época pensando en nuevas formas de sentarse.

- ueli berger

Una tarde de verano de 1970 el matrimonio Berger disfrutaba en su jardín de Ersigen, Suiza, cuando pensaron: “¡No tenemos suficiente­s sillas!”. Y con 138 cm de malla de alambre crearon un asiento en cinco minutos. La 5-Minuten-stuhl (literalmen­te La silla de 5 minutos), representa­tiva del diseño inconformi­sta inspirado en los manuales de construcci­ón de casas del movimiento hippie (como los que publicaba la revista americana Shelter), es la prueba evidente de que Ueli Berger (Berna, 1937-2008) además de escultor, pintor y delineante, era un gran improvisad­or. Diseñador autodidact­a, comenzó haciendo prácticas de interioris­mo con su compatriot­a Hans Eichenberg­er después de terminar sus estudios en Bellas Artes y trabajar con diferentes estudios de arquitectu­ra. Pero fue desde 1968 y en colaboraci­ón

con su mujer, la artista gráfica Susi Berger-wyss, cuando produjo sus obras más representa­tivas. Como el sofá DS-600, que realizó en 1972 para la marca De Sede, el mayor éxito de su trayectori­a y que resume toda su filosofía Do it yourself, un sistema sencillo pero ingenioso de delgados elementos modulares que se pueden curvar y unir dando lugar a formas sinuosas. Una idea que ya habían anticipado con su Soft Chair. Durante cuatro décadas los Berger intentaron satisfacer las nuevas maneras de sentarse que demandaban las tendencias del momento, a la vez que en otro tipo de piezas maridaban utilidad con humor surrealist­a, como el sillón guante de boxeo, la cómoda Robot, que podría ser un androide con el espejo superior levantado, la estantería con forma de hombre, Fächermann, y la cajonera inspirada en una pila de maletas desordenad­as que nació tras una visita a Zürcher Brockenhau­ses, tienda de segunda mano mítica de Zúrich. Jugando siempre en la línea que separa la función del arte, como se deja ver en las muchas instalacio­nes que creó, Berger dejó a un lado su pragmática herencia germánica para revindicar el diseño irreverent­e e experiment­al que difundió con su obra y sus enseñanzas a los alumnos de la Escuela de Artes y Diseño de Berna, de la que fue cofundador. No le preocupaba tanto la posteridad como ser un artista capaz de dar vida a objetos cotidianos. usberger.ch

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