COLLAGE CHIC La anticuaria Nathalie Rives ha volcado en su rincón personal en Lyon las piezas vintage que la enamoran.
Frescos inspirados en pañuelos de los 70, arte contemporáneo, muebles ilustres del XX y sentido del color. Es el hogar casual de la anticuaria Nathalie Rives en Lyon.
Trabajaba en comunicación hasta que, viviendo en Nueva York, un conocido le pidió que le decorara su apartamento. Así convirtió lo que desde siempre fue su pasión (había colaborado con marcas como L’oréal y Bonpoint creando espacios expositivos) en su trabajo. Nathalie Rives es francesa y creció en París, pero vivió dos años en Buenos Aires y seis en Estados Unidos. Su madre tenía una pequeña tienda de decoración y su abuela, al parecer, era el ojo clínico y la delegada del buen gusto en la familia. Un olfato que ella sin duda ha heredado. Ahora vive en el centro de Lyon, en un barrio rodeado por dos ríos, el Saona y el Ródano, a dos minutos andando del mercado de Saint Vincent y la famosa Place Bellecour. No lejos se encuentra su galería, una cueva de Alí Baba llena de piezas del XX, accesorios contemporáneos pero muy especiales y buena cerámica. Su casa, que comparte muchas de las premisas estéticas de su negocio, es un apartamento haussmaniano de 220 m2 con viejos suelos de madera, chimeneas y molduras en el techo. Cuatro dormitorios, incluido uno en suite con vestidor, una cocina, un salón, un comedor y dos baños completan este espacio cálido y mezclado. “Es un lugar para compartir, cenar, divertirse, en el que nos reunimos con los amigos y donde nuestros hijos pueden jugar. Es como un kibutz en el que un coleccionista hubiera decidido dejar sus maletas”, asegura ella. La vivienda efectivamente mezcla acuarelas anónimas, esculturas y libros (“Soy una apasionada de la li-
“Mi casa es como un KIBUTZ en el que un coleccionista hubiera dejado sus maletas”. nathalie rives
teratura y la cerámica”), piezas de autor como una pareja de butacas firmadas por Joseph-andré Motte, sillas de Gio Ponti o la chaise longue de Arne Jacobsen con alfombras de Ikea o cuencos del Monoprix. “Es 100% ecléctica”, asegura. Nathalie define su estilo como arty chic. “Cada minuto de mi vida me influye: los viajes, las exposiciones, conocer a los artistas, los países en los que he vivido... La diversidad es chic. Me gustan los interiores que tienen personalidad, vida, colores, en los que se puede respirar. Admiro al dúo italiano Dimore Studio y a mi talentosa compatriota Florence Lopez”, añade. Le gustan los tonos sutiles tamizados con negro, como el gris de las paredes del pasillo o el azul del dormitorio principal. De hecho, el mural de la cocina de su casa, inspirado en un pañuelo de Emilio Pucci de los 70, está hecho a partir de los tonos inventados por ella en su colección Itinéraires para Ressource. Le enamora la porcelana (“por la profundidad de sus colores”), el latón (“por la maravillosa manera en la que se oxida”) y el mimbre (“porque siempre añade movimiento y una sensación relajada a un espacio”). Colecciona cuencos y jarrones de George Jouve y butacas de terciopelo largo. “De hecho, estaba acumulando tantos trastos que decidí abrir una galería en Lyon junto con mi socia Christelle. La hemos llenado de objetos variados pero muy bien escogidos del XX”, explica. Aunque a una isla desierta solo se llevaría su escultura de Mpcem. Le freak c’est chic. www.nathalierives.com