EN TODA SU GLORIA La memoria es el credo con el que Quintana Partners ha recuperado un edificio añejo en Mahón.
Ha aplicado su filosofía para revivir esta casona del centro de Mahón. Un respeto absoluto por el esqueleto centenario aderezado con muebles añejos.
“En todas nuestras obras siempre rascamos las paredes y las dejámos vírgenes porque pintar implica contaminar más”. quintana partners
con ellos todo comienza por el prefijo re: reconstruir, revisar, rehacer, reciclar, que tiene una intención de repetición o de vuelta atrás. Y es que en cada trabajo del estudio Quintana Partners (Benito Escat y Pol Castells) se ponen en práctica estos verbos. Aunque también han trabajado en Berlín o Barcelona, Menorca es hasta la fecha su feudo, donde más proyectos han ejecutado tanto de viviendas como de restauración a sus veintipocos años. Casa Mina es su última obra. “Es de un cliente extranjero que llegó a la casa de un amigo hecha por nosotros y le gustó tanto que quiso comprársela. Como no pudo ser, dijo que quería una igual, incluso nos encargó buscársela. Dimos con ésta, con un patio enorme, de las que ya quedan pocas. Y nos encargamos de la obra y
del interiorismo. Era 2015”, comienza Benito. Encontraron este edificio señorial de finales del XIX de 550 m2 en el casco antiguo de Mahón, en la calle del teatro, el más antiguo de España. “Su última propietaria, la señorita Guillermina (de ahí el nombre, su diminutivo), había vivido aquí toda la vida. Nunca habíamos visto algo en tan mal estado. Durante la guerra civil, los nacionales bombardearon la ciudad, lo que provocó grietas hasta en la estructura. Tardarmos mucho tiempo en consolidarla”, continúa. Comenzaron sin proyecto ni dossier. “En nuestro caso, al empezar a rascar es cuando se van determinando las cosas. Aquí, por ejemplo, fueron saliendo esos tonos rosas en paredes y techos que iban pidiendo unos colores y unos muebles. La forma de tratar estas casas es a través de la sostenibilidad, limpiar, sanear y no crear más contaminación introduciendo nuevos materiales pero para eso tienes que dar con un propietario que lo comprenda”, remata Pol. Como todas las construcciones del centro, está hecha enteramente de piedra de Marés y cuenta con tres alturas y sótano. “Decidimos que la planta calle, con la sala de juegos, el salón y la cocina, más social, tuviera un toque setentero y lúdico, y que el resto, despacho y dormitorios recordaran a las colonias británicas”, prosigue. Seis habitaciones y cinco baños singulares, cada uno muy diferente del otro pero con los tics de la pareja, como tuberías de cobre, muebles de oficio reconvertidos y bañeras exentas. La impronta quintana también se ve en el respeto a los materiales originales: suelos de hidraúlico o de barro cocido, paredes estéticamente decapadas (“siempre las dejamos vírgenes, pintar implica más polución”), instalaciones a la vista (para evitar romper los muros) y soluciones imaginativas, como para las grietas de las escaleras, que repararon con pasta dorada imitando la técnica japonesa kintsugi. Suyos son también el gran sofá “naranja Hermès” y la chimenea de cobre del salón, que han mezclado con piezas compradas ad hoc por toda Europa. “La primera fue la chimenea del dormitorio. Ha contemplado toda la obra y parece que lleve aquí toda la vida”, dicen. El pasado verano Casa Mina reabrió sus puertas, centenaria pero resplandeciente. www.quintanapartners.com
La impronta ‘quintana’ se ve en el respeto por lo existente y las soluciones imaginativas.