Berker Q.7 Carácter personal
La vivienda es siempre un reflejo de las personas que viven en ella. La serie de interruptores berker Q.7 ofrece materiales nuevos y abre un abanico de posibilidades para diseñar su hogar como prefiera; con pizarra, hormigón, aluminio, vidrio, plástico o
como Jayde Fish, Trevor Andrew (rebautizado Guccighost) o la española Coco Capitán, autora de los aforismos de las escaleras como Common sense is not that common (el sentido común no es tan común), o del decimonónico Domenico Induno. La pasión por la naturaleza de la marca ha estado siempre presente en sus estampados y se hace más evidente en este garden, del que Michele explica que “pertenece, ante todo, a la mente y está habitado por plantas y animales, como la serpiente, que se cuela en todas partes y, en cierto sentido, simboliza un comienzo y un regreso perpetuos”. El diseñador contrató a la comisaria Maria Luisa Frisa para que trabajara con él en la organización de la Galleria, que ocupa el primer y segundo piso. En ellos su archivo histórico se dispone de forma imaginativa y sin cronología, en una mezcla entre vestidor y gabinete de curiosidades de una bohemia e intelectual familia. “Convertimos la arquitectura en un laboratorio que alberga todos los elementos necesarios para experimentar de forma creativa. En las salas De Rerum Natura, vemos la pasión de Gucci por la flora y la fauna en prendas vintage y actuales, estatuillas de animales de plata hechas por la firma en los años 50 y obras de arte originales de Vittorio Accornero, autor del estampado Flora en 1966”, explica Frisa. Bajando un piso se reparten las salas Guccification, centrada en la evolución del logotipo, con piezas sacadas de su legado
hasta la colaboración con el estilista Simon Foxton, quien le dio un toque punk. Paraphernaria, dedicada a iconos como sus mocasines, la tribanda verde y roja o el bambú. Cosmorama, donde el equipaje y la figura del botones son las estrellas, un homenaje a su fundador, Guccio Gucci, quien trabajó en este puesto en el Hotel Savoy de Londres y, por último, un Cinema da Camera, una reducida sala de cine de terciopelo rojo. La planta calle se reserva a la Gucci Osteria de Massimo Bottura, con una carta de platos italianos reinterpretados. “Un recordatorio de que Florencia ha sido siempre un centro de intercambio cultural, sobre todo durante el Renacimiento”, puntualiza el tres estrellas Michelin. Junto a este, una boutique con una colección de moda en exclusiva para Gucci Garden, una selección de libros y piezas de decoración que destacan sobre el suelo de baldosas de mármol envejecido y tablas de madera pintadas con motivos de cintas moradas y lianas. “Solo quiero contar una historia”, dice Michele. Una cultísima fábula de la que deseamos saber cómo continuará. www.gucci.com