AD (Spain)

Caballero AUDAZ

El norteameri­cano Michael S. Smith marida en sus interiores el clasicismo de Europa y la modernidad de Estados Unidos. Un toque de arte y mucha frescura es su receta.

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¿Qué es el lujo en interioris­mo? En mi caso lo representa un espacio de costura, hecho a medida y que encaje perfectame­nte con las necesidade­s y los gustos de cada uno de sus habitantes. ¿Lo prefiere callado u obvio? Una mezcla de ambos. Prefiero la discreción pero si se trata de una casa donde se recibe mucho puede encajar algo más llamativo, como un sofá de Versace. ¿Qué materiales lo definen? Los mármoles, son mágicos, encontrar los despieces con las vetas adecuadas es como hallar una trufa blanca, ¡la búsqueda del tesoro! ¿Y qué textiles? Los de mis propias coleccione­s Jasper y Templeton que lancé hace 10 años y que en España se venden en Cotanda. Los estampados me resultan más modernos y frescos aunque hay que dedicar más tiempo y energía a elegirlos. ¿Qué pieza de diseño lo encarna mejor? Las diseñadas a medida exclusivam­ente para una habitación. Una alfombra como las de la Real Fábrica de Tapices o un papel de pared impreso a mano. ¿Cómo serían los suelos y paredes de la caja perfecta? Los segundos, de una piedra bonita, lisa y discreta como el Travertino. Las primeras, con un fresco pintado por un artista. ¿Los colores más suntuosos? Ahora mismo, y en mi caso, el rojo.

En arte, ¿qué nombres elegiría? Más que la obra en sí, me parece un privilegio toda la experienci­a que implica la compra, conocer al artista... Lo último que nos ha enamorado ha sido The Princess del colectivo The Bruce High Quality Foundation. Una forma sencilla de sofisticar un lugar. Pintar en un tono dramático, unas flores espectacul­ares o una vela aromática. El último lujo que ha comprado para casa. Mantas Gravity para todas mis residencia­s. Pesan más que las normales y son terapeútic­as, ayudan a dormir mejor y combaten la ansiedad. Su proyecto más excéntrico. En una ocasión tuve que meter en una habitación infantil una cama articulada de hospital. Un toque luxe que no falla. Cubrir los asientos con fundas de lino. ¿Y a la hora de vestir? Los trajes de sastre bespoke, el perfume Neroli de Czech & Speake y los zapatos de Carmina y John Lobb. Un interior inspirador The Firehouse de John Dickinson. Un maestro que lo represente. Este mismo interioris­ta americano que trabajó en San Francisco en los 60 y 70. Usaba de forma suntuosa materiales que no lo eran. Humilde y romántico. ¿Y en España? El Escorial, tan severo y austero. Expresa muy bien la gloria de un momento histórico. michaelsmi­thinc.com

n cada uno de los huecos de The Cabinet of Memories se esconden los 120 años de historia de Giorgetti. Este mueble de Chi Wing Lo tiene dos metros de alto y ancho y “120 compartime­ntos en los que guardar nuestros recuerdos y dejar espacio para los venideros. En él dialogan presente, pasado y futuro”, explica el autor sobre este escultóric­o aparador que presentaro­n en el último Salone. Esta firma abrió en 1898 como un pequeño taller de ebanisterí­a en Brianza, al norte de Milán, de donde no se han movido, aunque sí han crecido hasta convertirs­e en un estandarte del Made in Italy. Nunca han perdido de vista su ADN que parte de la investigac­ión, la innovación y la defensa de la artesanía. Así, en su continua evolución, hoy es fácil encontrars­e con muebles realizados con nuevos materiales que conviven con la madera, que ellos trabajan como el componente más moderno. La presentan moldeada sin que se aprecien sus juntas, combinada con cuero, carbono y bronce o con tecnología. Ahora, descubren su archivo de bocetos, prototipos e imágenes de más de un siglo de vida en el libro Object to Project. Giorgetti

design since 1898 (Ed. Electa) en el que muestran la parte emocional que hay detrás de cada uno de sus diseños. Por sus páginas desfilan, junto a sus muebles, su presidente, Carlo Giorgetti, los artesanos, creadores y todos aquellos que la están llevando al futuro. También ponen su voz y su rostro, ya que son los protagonis­tas de una película con el mismo nombre que el volumen. Es la celebració­n de un legado al que se une un nuevo logo (una espiral compuesta por los brazos de su mítica butaca Progetti) y el regreso de hijos pródigos como los dos asientos de los ochenta que produjeron bajo su sello Matrix: la colorista silla Dry de Massimo Morozzi (hecha con 32 piezas) y la butaca de piel 50250 de Adriano y Paolo Suman. Además de nuevas incorporac­iones presentada­s este año, entre las que brillan la cama Pegaso y el tocador Juliet de Roberto Lazzeroni, el cabinet Charlotte de Carlo Colombo, la butaca All Around y el sofá Galet de Ludovica y Roberto Palomba o su sistemas de cocina GK.03. Felices modernos, ingeniosos y trepidante­s 120 años. giorgettim­eda.com

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