EL ARQUITECTO neoandino
Freddy Mamani transforma Bolivia con sus casas de inspiración indígena.
Empezó jugando de niño con la arena en el campo donde nació, haciendo construcciones de piedra. Más tarde, a los 15 años, Freddy Mamani (Aroma, 1971) trabajó como albañil en la capital para ayudar a mantener a sus cinco hermanos. “Yo era el mayor, mi padre era profesor en una provincia muy lejos y no quedaba otra, pero mi sueño era ser ingeniero civil”, cuenta en el pabellón que ha creado en la Fundación Cartier de París. Consiguió graduarse poco después en la universidad de La Paz, y nada más tener el título bajo el brazo, se lanzó a edificar una arquitectura diferente. “Vi que había un vacío en la Escuela: solo nos enseñaban a replicar lo de fuera y a hacer viviendas monocromas. Yo quería recuperar el color de la cultura tiahuanaco de mi familia y la geometría de los awayos (tejidos) con los que
“Mi arquitectura es REBELDE. Nace del enfado, de demostrar que se puede HACER de otra manera”. FREDDY MAMANI
las cholas (mujeres andinas) llevan a sus bebés a la espalda”. Su andinización de la construcción coincidió, además, con la llegada de Evo Morales al poder y el empoderamiendo de un grupo de indígenas de El Alto, al lado de La Paz, que reclamaban la estética Mamani. En sus cholets (mezcla de chalet y chola) todo se aprovecha: en la planta baja hay tiendas; en la primera, salas de reuniones para fiestas, y arriba, casas. “Tienen vida y espíritu. Mi arquitectura es polémica y un poco rebelde. Nace del enfado, de querer mostrar que nosotros también podemos hacerlo a nuestro modo”, concluye este hombre, criticado por sus colegas, que en 2014 se redimió licenciándose como arquitecto. En El Alto, su bronca ya ha creado 70 viviendas entre kitsch y excesivas, que los turistas visitan, y hay 30 más en Perú y Brasil y, en breve, en Ecuador, Chile y Argentina.
Gloria Cabral (São Paulo, 1982) y Solano Benítez (Asunción, 1963) forman Gabinete de Arquitectura, un estudio paraguayo empeñado, desde los años 80 (lo fundó él), en convertir el humilde ladrillo en un elemento de transformación social a través de la innovación y la investigación. Han levantado, entre otros, el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (2015) y el Quincho Tía Coral (2016), ambos en su país, y ganaron el León de Oro de la Bienal de Venecia 2016 con su instalación Breaking The Siege. “El 60% del mundo vive en una situación complicada, cuando no miserable. Cuanto más construyamos para el otro y para todos más nos fortaleceremos. La arquitectura formal no nos interesa. Queremos aportar algo a la gente, por eso somos expertos en hacer lo que no sabemos hacer con el menor coste económico posible”, explican Gloria y Solano. gabdearq.com