OBJETO DE ESTUDIO
La arquitecta Ester Bruzkus planteó su ático berlinés como un rectángulo fluido y abierto al exterior. Diseñado hasta el último detalle, es de un industrial coqueto.
Rectangular, fluido, industrial y coqueto. Es el apartamento en Berlín de la arquitecta Ester Bruzkus.
Romántico, juguetón, tranquilo, moderno? ¿Cómo describirías tu apartamento?”, le preguntamos. “Es todo eso y mucho más: preciso pero divertido e impredecible, rígido y flexible, intrincadamente planificado y a la vez relajado. Está lleno de contrastes y sorpresas, como a mí me gusta”, responde la arquitecta israelí Ester Bruzkus sobre su casa de 78 m2 (más 70 de terraza) en Berlín. “Cuando era pequeña quería ser diseñadora de moda. Dibujaba a las modelos de Vogue, pero luego decidí estudiar algo más serio”, bromea. La comparte con su pareja y socio, Peter Greenberg, también proyectista y profesor de diseño. El edificio fue uno de los primeros levantados a principios de los 90 en el barrio de Prenzlauer Berg, al este de la ciudad, después de la caída del Muro. “Es una construcción muy interesante hecha por un exprofesor mío: lofts con suelos de resina epoxi azul brillante, techos de cemento, y por fuera, plataformas elevadas en las ventanas”, explica. Antes vivía en el segundo. “Pero siempre quise un jardín en la azotea, así que fui feliz cuando se quedó libre uno de los dos áticos. Aquí vemos la salida y puesta del sol (el piso da tanto hacia el este como hacia el oeste), la luz es especial y disfrutamos del buen tiempo, cultivamos verduras y frutas, ¡incluso tenemos un manzano!, y en verano parece el doble de grande cuando abrimos todo”, prosigue. El anterior lo remodeló de una manera más clásica con mármol, madera, rosas y negros. Este en cambio lo planeó aireado, para ofrecer una variedad de espacios, a pesar de su tamaño, ocultando al máximo el almacenamiento y con colores lúdicos. Desde una gran zona central con terrazas a ambos lados que ejerce de salón-comedor-cocina se accede al dormitorio, siendo el baño la única estancia cerrada. “Como era un rectángulo vacío, tuvimos la oportunidad de planificarlo exactamente como queríamos. Empezamos de cero. Lo único que salvamos fueron las ventanas y el techo de hormigón. La idea era introducir cajas dentro de cajas. Creamos dos volúmenes de madera de altura completa (uno con puertas de roble claro y el otro laminado en gris) para ordenar el espacio. Diseñé la cocina y el baño con terrazos y luego pinté las paredes y hasta los enchufes con tonos suaves de la paleta de Le Corbusier”. Lo remató con diseño propio a medida, como la mesa de comedor y el sofá de terciopelo rojo y rosa, unas sillas de Wegner y piezas de arte contemporáneo. “Me encantan los materiales baratos y los costosos: espumas, sedas, cartón, baldosas agrietadas, espejos, mármoles locos, yeso, latón, piedra volcánica, telas peludas raras... y los detalles inesperados, por lo que las puertas interiores de los armarios son de otros colores: azul dentro del gris, amarillo dentro del vestidor, rosa en mi armario, verde en la cocina...”. Un estilo industrial millennial con un punto sofisticado. esterbruzkus.com