RETRATAR EL CEMENTO
El artista Aitor Ortiz expone en el Museo Universidad de Navarra sus fotografías arquitectónicas de los últimos 20 años. El Bilbao postindustrial es su punto de partida.
Aitor Ortiz refleja en sus personales fotos edificios españoles de los últimos 20 años.
Todo empieza y acaba en los Altos Hornos de Vizcaya y en su dura reconversión industrial de los años 80, de la que fue testigo Aitor Ortiz (Bilbao, 1971) cuando era niño. Fue el arranque, “el chispazo”, dice él, de la exposición La memoria trazadora con la que el artista invade una buena parte del Museo Universidad de Navarra. “Buscando en sus archivos me topé con esas fotos antiguas que me trajeron a la memoria recuerdos de la infancia y rescaté unos fotolitos sobre este mismo tema que me regaló mi abuelo siendo un crío. Al abordar mi último proyecto, Link, que expongo por primera vez aquí, vuelvo a aquellos espacios desolados del Bilbao postindustrial a través del suelo de hierro de una fábrica cerca de mi estudio que se desmanteló hace poco. Logré sacar grandes placas de ese metal marcado por 50 años de memoria y las he colocado en una de las salas. De fondo, la música de Gorka Alda compuesta a partir de los sonidos de las máquinas”, explica. Es la última parte de una muestra que, aunque de forma no cronológica ni lineal, reúne mucho de lo que ha hecho desde los 90 hasta ahora. Ortiz empezó documentando el proceso de construcción del Guggenheim Bilbao entre 1995 y 1998, para después colaborar con el artisto suizo Not Vital y con el arquitecto francés Philippe Prost, y ha expuesto de forma individual en museos de todo el mundo. Esta retrospectiva yuxtapone piezas que giran en torno a la relación entre arquitectura y
“No me INTERESA documentar EDIFICIOS sino generar desconcierto entre lo que vemos y lo que INTERPRETAMOS”. AITOR ORTIZ
fotografía, que para el vasco ofrece muchos puntos en común: la escala, la luz, los materiales... “Mi trabajo se basa en imágenes descontextualizadas. Es fotografía de arquitectura pero no historicista. No hay referencias ni datos, no me interesa documentar edificios sino establecer una segunda narrativa para explorar conceptos como la densidad, el vacío, el volumen... Las capturas crean una tensión entre lo que vemos y cómo lo interpretamos. Las cualidades de la construcción se funden con las de la representación”. Para conseguirlo ha ido evolucionando de lo figurativo a lo abstracto, “de lo macro a lo micro”, asegura, de los retratos de cemento más convencionales a las mallas de su series Noúmenos o Net en las que nada está claro. “Me gusta generar desconcierto”, asegura. Su manera de trabajar, “lenta y muy lógica”, dice, está en consonancia con su arte oscuro, en blanco y negro. “Con esta exposición y la serie Link cierro el ciclo. Siendo lo último es lo que más relación tiene con mi pasado”, concluye. La memoria trazadora. Hasta el 4 de marzo en el Museo Universidad de Navarra, Pamplona. museo.unav.edu