BUENA ESTAMPA

por TONI TORRECILLAS Güell Lamadrid nació en 1973 para “crear telas atractivas y accesibles que hagan felices a las personas”, dijo su fundador. Casi medio siglo después celebra una nueva vida con la ayuda del mejor talento nacional.

Avellaneda, las Melián, Jaime Beriestain... Güell Lamadrid reúne en su 45 aniversario a sus diseñadores fetiche.

Su madre le inculcó “el interés por la estética, el gusto por la belleza y la elegancia”, decía Javier López de Lamadrid (Barcelona, 1933-2018). Y su padre cosió su futuro al criarlo en su empresa, Comercial Sert, en la que confeccionaba telas y tapices. El siguiente paso no sorprendió a nadie; se matriculó en ingeniería textil, donde se marcó una meta: “Tener una editora para crear mis propios tejidos”. Empezó en el negocio familiar, pero no abandonó su idea y, en 1973, junto con su cuñado Claudio Güell, fundó la firma que lleva sus apellidos, Güell Lamadrid. Sus diseños comenzaron a vestir palacios, hoteles, a ser referencia de interioristas nacionales e internacionales, sobre todo desde los 80, coincidiendo con la llegada de la segunda generación, su hijo Álvaro (actual consejero delegado), y con el nacimiento de Les Créations de la Maison, con la que distribuyen marcas de fuera como Dominique Kieffer y Swadeshi. Tras la incorporación de su otro hijo Borja (director general) se aceleró su expansión. Hoy sus tapicerías cultas, contemporáneas y artísticas han viajado y conquistado 40 países, ya como Grupo Lamadrid, paraguas que ampara todas sus líneas. “Desde el principio pensé en crear telas atractivas y accesibles que hicieran felices a las personas que las disfrutan, y creo que lo hemos conseguido”, soñó Javier, el fundador. En estos 45 años la editora nunca ha perdido el hilo del talento de los creadores nacionales. A los estampados que hiciera a principios de los 2000 con Ágatha Ruiz de la Prada o Antonio Miró, recientemente ha sumado otros cinco grandes nombres del universo design. Como los interioristas Lázaro Rosa-violán, autor de La Cala, una celebración de la Costa Brava, Jaime Beriestain con su geométrico comodín con toque retro Colombo o Toni Espuch, fundador de la tienda Azul Tierra, que viajó a la India para inspirarse y alumbrar Nandi. El diseñador de moda Juan Avellaneda homenajea con La Garçonniere “a los hombres que me han marcado, ya sea emocional o estéticamente”. Y la última incorporación a esta familia han sido las decoradoras Sylvia y Victoria Melián Randolph con su colección Bloomsbury, un tributo al grupo que le da nombre, y que acaban de presentar en París. Todos ya forman parte de un entramado familiar en el que aún queda mucha tela que cortar. g-lamadrid.com

Con La Garçonniere, el modista homenajea a iconos masculinos del siglo XX. Aquí viste un traje con el algodón Salvador, tributo a Dalí. JUAN AVELLANEDA ÁLVARO LÓPEZ DE LAMADRID “Estamos orgullosos de continuar el legado de nuestro padre: crear tejidos atractivos para todos”, señala el consejero delegado. LÁZARO ROSA-VIOLÁN El arquitecto, junto a uno de los estampados de La Cala, la colección inspirada en las casas de pescadores de la Costa Brava. JAIME BERIESTAIN El interiorista chileno en una silla tapizada con Colombo, un motivo geométrico y orgánico pensado para convivir con texturas lisas.

Arriba, Virginia de Sylvia y Victoria Melián Randoph, lino con vacasNandi de Toni Espuch y geométrico Colombo de Jaime Beriestain.

Marmolizado Federico de La Garçonniere by Avellaneda y dcha., lino Cala Salguer de la colección La Cala de Lázaro Rosa-violán.