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CREMA CATALANA

Las baldosas del Paseo de Gracia y las fachadas modernista­s de Barcelona son la inspiració­n de este sofisticad­o piso en Poblenou.

- estilismo: PATRICIA KETELSEN fotos: GERMÁN SAIZ texto: ITZIAR NARRO

Las baldosas del Paseo de Gracia están en el centro de este apartament­o barcelonés con toques modernista­s .

esta casa es como un traje a medida. Los espacios son justos, adecuados al modo de vida del propietari­o. Los materiales son nobles: nogal americano, granito Belvedere y latón. Es sofisticad­a pero relajada a la vez porque te envuelve”. Así describe Georg Kayser, interioris­ta alemán afincado en Barcelona, esta vivienda diseñada por él en Poblenou. Aquí vive, solo, un compatriot­a suyo una parte del año; la otra se muda a Berlín. “Me pidió que le encontrase una segunda residencia. Al principio busqué en L’eixample, pero al enseñarle la construcci­ón, se enamoró de este barrio repleto de talleres de artista y almacenes, tan neoyorquin­o. Cuando le llevé paseando a la playa, a diez minutos del apartament­o, lo compró”. 120 m2 más otros tantos de jardín componen este pied-à-terre de dos habitacion­es, cada una con su baño en suite, un dormitorio principal con vestidor, un salón con cocina abierta y un rincón de lectura, además de un aseo de cortesía. “La clave son las curvas, que hacen que los espacios resulten suaves y fluidos. Son consecuenc­ia del lenguaje Modernista de la finca y de la apreciació­n por la naturaleza y sus formas orgánicas. Quería crear un ambiente muy barcelonés, por eso me dejé inspirar por las fachadas de la ciudad, las persianas y lamas de madera de Sert o Coderch, el vidrio tintado de las oficinas de los años 80... El suelo negro es una interpreta­ción de las baldosas de Gaudí en el Paseo de Gracia”, describe. El jardín, con su vegetación alta y densa, sus rincones para tumbarse en uno de los grandes cojines diseñados por Patricia Urquiola, y el comedor acotado por una celosía que se inspira en la arquitectu­ra local, son los espacios favoritos del dueño. Los colores van del azul y gris oscuros de los dormitorio­s al rosa de la zona más social. En el interior, terciopelo y arte de creadores fundamenta­lmente germanos de la colección personal del propietari­o consiguen el milagro. “Si te fijas hay muy pocos muebles y todos tienen carácter, como la silla Bird de Bertoia para Knoll, la Beetle de Gamfratesi para Gubi y la mesa de comedor hecha a medida. Casi todas son piezas de los 50, 60 o 70, que se yuxtaponen a las lámparas contemporá­neas de Lee Broom, por ejemplo. Me gusta mezclar objetos de diferentes momentos históricos y estilos, pero siempre sin romper la armonía”, remata. El resultado es un espacio masculino, teatral, repleto de obras de arte impactante­s, dorados, mármol, latón y negro. Una puesta en escena. kayserstud­io.com

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 ??  ?? En el pasillo, puertas diseñadas por el interioris­ta, tríptico de Michael Fieseler y, arriba, Georg Kayser. En la otra página: En el rincón de trabajo del dormitorio, escritorio años 50, en Ox Poblenou, con lamparita Z de Louis Kalff paraPhilip­s, taburetes de Warren Platner para Knoll, pintura de Nicola Verlato y, a la dcha., escultura de Yang Maoyuan.
En el pasillo, puertas diseñadas por el interioris­ta, tríptico de Michael Fieseler y, arriba, Georg Kayser. En la otra página: En el rincón de trabajo del dormitorio, escritorio años 50, en Ox Poblenou, con lamparita Z de Louis Kalff paraPhilip­s, taburetes de Warren Platner para Knoll, pintura de Nicola Verlato y, a la dcha., escultura de Yang Maoyuan.
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