POETA INTERIOR
ANTICUARIO, ART DEALER, INTERIORISTA SUBLIME... AXEL VERVOORDT EVOCA, SUGIERE Y DECORA SIN DECORAR. SUYO ES EL LUJO AUSTERO.
Aveces en mis sesiones de fotos con decoradores o arquitectos me gusta sacar el tema de Axel Vervoordt, el Premio Especial de la Redacción AD de este año. Los posicionamientos me resultan reveladores, casi autorretratos. Hablar de un primo uomo de las antigüedades, que empezó a los 21 años como marchante de arte y revolucionó el interiorismo con sus espacios mínimos y a la vez místicos, llenos de piezas con pátina, obras de arte, paredes en bruto y guiños orientales, es difícil. Los piropos ya se han dicho todos aunque siempre hay algún osado que se jacta de poder criticarlo. Recuerdo una vez en Nueva York que un decorador le condenaba por poco original, y mientras lo decía yo miraba el lienzo rajado de Lucio Fontana que tenía sobre la chimenea, delante de un estucado arenoso, y pensé: “Pobre, está todavía en la etapa de matar al padre…”. Otro valiente me dijo que no le interesaba lo que estaba pasado de moda, y lo decía sentado sobre su silla Prouvé nuevecita. Me hizo gracia además el comentario porque Axel no es alguien que uno relacione con lo efímero; él ha seguido su propio camino, sin importarle mucho las tendencias, y esa libertad y ese logro de ser reconocido de inmediato por su estilo produce una envidia soterrada que es mejor airear.
En cambio, sobre las dos principales obras de Axel, el inmenso castillo a las afueras de Amberes en el que vive, y Kanaal, su templo dedicado al arte y a las antigüedades, hay un consenso y una admiración universal, siendo actualmente ambos iconos incontestables en el mundo estético. Su château de ‘s-gravenwezel es la síntesis del sueño de un anticuario, decorador y coleccionista, que disfruta compartiendo su estilo de vida con amistades y clientes. Es la residencia privada de Axel y su mujer, y al mismo tiempo un showroom abierto al público previa cita, donde las piezas se muestran para ser admiradas o vendidas. Kanaal, por su parte, es un espacio multidisciplinar que conjuga antigüedades, sucesivas exposiciones temporales de contemporáneo y piezas de arte permanentes como la famosa escultura de Anish Kapoor At the Edge of the World. Haciendo sin hacer, al modo taoísta, Vervoordt se ha convertido en referencia mundial, tema de conversación, libro de mesa y modelo de negocio. Y sí, su sello ha sido muy imitado y a primera vista parece sencillo, pero engaña, es sumamente complicado. Fácil es coger el aire belga, poner la antigüedad decapada junto a una pieza de arqueología. Pero para seguir su camino se necesita arriesgar y ser un poco poeta. ¿En qué consiste esa poesía? Las reglas son más o menos sencillas. Evitar los dobles adjetivos, buscar la rima sutil y huir de la evidente, construir imágenes de la esencia, rechazar lo superfluo. La evocación, nunca la provocación; la contención, la sugerencia, la austeridad, la precisión, los silencios y sus contrastes. La simetría y su asimetría. Se nota que el belga estudió matemáticas. Y sobre todo, el misterio, que es lo más difícil de conseguir en una decoración. Digamos que esa es la
forma de Axel, pero el fondo es aún más interesante. Recopilo algunas ideas que recuerdo de mis dos encuentros con él: el ying y el yang para buscar el equilibrio entre los extremos del lujo y la austeridad, entre el orden y el desorden, la razón y lo espontáneo, la naturaleza y el hombre, la luz y la oscuridad. “Hay que decorar no decorando”, es una de sus premisas. “Las cosas no son importantes por sí mismas, tan solo por la historia que cuentan”, me dijo en otra ocasión. “El alma de los muebles está en su piel, donde se lee su historia, fruto del diálogo con su tiempo, que lo hace único e irrepetible, un mueble recién lijado y barnizado ni lo miro”. “Time is an artist”, repite muchas veces. Si alguien quiere entender a este hombre renacentista, genial y a la vez espiritual, tan solo deber mirar un jarrón japonés. Hay dos textos maravillosos que son sus pilares: Wabi Sabi, para artistas, diseñadores, poetas y filósofos de Leonard Koren y El elogio de la Sombra de Tanizaki. De ellos tomó la inspiración para su último libro, Sprit Wabi. Sí, Axel es un gran poeta, no solo componiendo interiores; también recibiendo, sirviendo el vino, posando para un retrato o ayudando (ayudándome) a cargar el equipo de fotografía. Es una de las personas más elegantes que he conocido, de una manera particular, como una de esas ramas que cuelgan de sus jarrones, lánguida, casual, casi anárquica, pero fruto de una poda muy sofisticada. www.axel-vervoordt.com