Mente abierta
LA DISEÑADORA Sabine Marcelis VIVE EN RÓTERDAM EN UN ESPACIO SIN PAREDES DONDE reinan sus piezas QUE ROZAN EL ARTE.
Ellos las RENUEVAN, las diseñan o las habitan. Nuestras CASAS vienen con SELLO de gurú.
Rodeada de objetos inspiradores, piezas que ella misma diseña y arte de amigos, Sabine Marcelis vive en un evocador e impecable loft de espacios fluidos en Róterdam.
“Es un HOGAR antihogar: limpio, sin cortes, lleno de objetos inspiradores y ARTE de amigos. No es una galería ni un museo”. SABINE MARCELIS
“Era un OPEN SPACE industrial y decidimos respetarlo. Los espacios están SEPARADOS por cortinas. Solo en el baño hay una pared”. S. M.
Otodo o nada”. Es el ultimátum que les dio un agente inmobiliario a la diseñadora holandesa Sabine Marcelis y su pareja, el arquitecto francés Paul Cournet. El todo eran 520 metros cuadrados de un antigua fábrica de papel, sin agua ni electricidad, en el barrio de Coolhaven, en Róterdam. Decidieron aceptar, se quedaron con poco más de 100 metros y habilitaron dos apartamentos de alquiler con el resto. “Buscábamos un espacio entrañable, abierto, un lugar en el que poder relajarnos, pero también hacer una fiesta o una cena. Esa flexibilidad era nuestro mayor objetivo”, explica Marcelis, una de las creadoras al alza del momento, educada en la prestigiosa escuela DAE de Eindhoven, cuyos muebles arty se venden en la Side Gallery de Barcelona y en la danesa Etage Projects. Su novio, que trabaja en la ciudad para el estudio OMA, insistió en no tener paredes. “Originalmente era un open space y decidimos mantenerlo así, usando cortinas para diferenciar las zonas: el dormitorio, el cuarto de estar, el comedor y la sala de cine-biblioteca. El único muro es el que separa el baño”, continúa ella. Y el patio interior, añadimos nosotros, al otro lado de un gran ventanal. Mantuvieron una pared de ladrillo original y lo pintaron todo de blanco lo que, junto con el suelo de cemento, “ofrece un elemento de pausa, es un lienzo para los objetos que hemos ido colocando”, asegura. En el interior, muchos prototipos y espejos, lámparas y mesitas de resina de la diseñadora, se mezclan con fotografías y esculturas de colegas de su generación, como el danés FOS, con el que Sabine trabajó durante años, o el diseñador de moda Ehassan Morshed Sefat, que les ha confeccionado la cortina con fotografías impresas que divide en dos el salón. Otros son intercambios, como el espectacular sofá ondulado de Pierre Paulin que trocaron con su hijo Benjamin. “Nuestras familias viven lejos, así que nuestros amigos son muy importantes para nosotros. Los muebles no están aquí por una idea de conjunto inicial, son cosas que nos encantan y que pertenecen a la gente a la que queremos, que tienen significado —explica Sabine—. En este hogar antihogar la meta era inventarse un apartamento sin cortes, limpio e inspirador, no una galería o un museo”, remata. SABINEMARCELIS.COM