Ibiza craft
La interiorista británica Hollie Bowden devolvió el espíritu payés de una casona en la isla utilizando mano artesana y una interpretación personal del estilo local.
La interiorista Hollie Bowden recuperó la esencia payesa de esta casona en el este de la isla con un estilo bohemio y ‘chic’ en el que prima la mano artesana.
El camino para llegar hasta esta casa cerca de San Carlos, Ibiza, no es sencillo: hay que seguir una larga carretera rodeada de acantilados y de una vegetación de palmeras y plantas casi salvajes. “Es un espectáculo que te quita la respiración”, cuenta la interiorista Hollie Bowden. La londinense, catalogada como una de las visionarias de la nueva generación de diseñadores británicos, se encargó de darle una nueva vida respetando el estilo payés que había concebido el estudio de arquitectura Blakstad en los 70. Aunque Bowden ya conocía la isla, este era su primer encargo allí. Eso la marcó. “Definitivamente Ibiza me inspiró. No sé si fueron las playas, los paisajes, o los pueblos pero algo me guió en el rumbo que iba tomando. En cierto modo, yo trabajo según siento los espacios y eso me ocurrió aquí, hice lo que sentía”, confiesa. Los clientes, una familia residente en la capital británica, le dieron libertad total –”fue una bendición”– para que convirtiera la vivienda de casi 1.000 m2 con ocho dormitorios, sauna, gimnasio, sala de juegos y cine en un espacio de ocio y relax. “Antes estaba teñida de colores crema setenteros, pero no en el buen sentido, y los materiales no eran los originales ni demasiado bonitos. Quise crear un ambiente relajado y bohemio”. Así, la británica le devolvió el aire
de finca antigua cubriendo las paredes de estuco blanco, que contrasta con las vigas teñidas de negro que perfilan el esqueleto interior. Aunque conservó los techos, reemplazó todas las puertas y añadió suelos de piedra sacada de la misma la isla. “Me fijé en su exuberante jardín tropical y diseñé unos marcos de ventana mínimos para permitir que esa frondosidad entrase. Además, mantuvimos la paleta terrosa para crear armonía con el entorno y usamos mucha madera, metal y terracota porque envejecen con una pátina deliciosa”, señala. El trabajo con artesanos locales fue crucial, con ellos crearon parte del mobiliario, como las sillas de hierro del comedor o la lámpara que da una luz tamizada y teatral en un dormitorio. “Estoy muy orgullosa de la ducha que se hizo a mano con las formas orgánicas de las paredes. Creo que es perfecta para este lugar”, asevera. En esta caja blanca de aire imperfecto y acogedor la interiorista fue mezclando elementos recolectados por todo el mundo y que van del midcentury a lo tribal u objet trouvés, como el trozo de una mesa rota que ha elevado a escultura de pared. No parecen combinar, pero funcionan. “Hay influencias de todas partes como un reflejo de sus viajados dueños. Cuando compro algo nunca sé si va a encajar, no hay un plan estricto. Esa historia que, como aquí, las piezas acaban contando por sí solas es lo que más me gusta de mi trabajo”. HOLLIEBOWDEN.COM