A SUS LABORES
Feina, trabajo en mallorquín, es el nombre de este estudio que desde Palma firma edificios y muebles visionarios, responsables y apetecibles.
Me'n vaig a la feina. Se dice mucho aquí, significa ir a la faena, pero con una connotación humana y personal", comienza Alberto Sánchez, fundador junto a Aina Salvà del estudio mallorquín Feina, que reinvidica la arquitectura innovadora y sostenible. "El 40% de las emisiones de CO2 provienen de la construcción. Solo siendo responsables podemos tener un futuro", continúan. Esta conciencia está en cada uno de sus proyectos, levantados con materiales y artesanos locales, reduciendo al máximo su huella, pero sin renunciar a su espíritu vanguardista, como ocurrió en 2016 con su Plywood House. "Su estructura está prefabricada en madera y para producirla tuvimos que crear nuestro propio taller en el que trasladar el proyecto al 3D para que fuera exacto". El suelo de la casa es diseño propio y lo fabricó Huguet, lo que supuso el origen de dos colaboraciones: la primera fue Ràpita, una mesa que parte de unos moldes circulares que la firma hizo para unas piezas de David Chipperfield y que reciclaron en las patas de este mueble. Luego vino Terra, "una serie de objetos realizados con los restos de producción y que podrían volver y volver a reciclarse en los mismos u otros", dicen ambos comprometidos mientras, entre rehabilitaciones y construcciones, planean su tercera colaboración... Lo que es feina no les falta.
mi obra es un gran viaje por la sensibilidad humana y su relación con la naturaleza”, cuenta Cecilia Paredes, la artista peruana que se mimetiza con plantas y animales en fotografías poéticas. No es la única. Joan Jonas, la veterana artista norteamericana, lleva años explorando los océanos para interperlar a nuestra conciencia, al igual que la escultora española Cristina Iglesias, que ha encontrado en el mar el refugio de sus últimas obras en México y San Sebastián. O la hispano-brasileña Sara Ramo, que recoge objetos desechados o donados para componer sus collages y sus cortinas cosidas con retales viejos. El discurso medioambiental es el eje de la mayoría de los artistas comisionados por Francesca Thyssen-Bornemisza en su Fundación TBA21, que ha dado
una dimensión artística a las películas de Yeo Siew Hua sobre la Tierra y a las esculturas sumergidas de Claudia Comte, que establecen una relación entre los corales y la producción de oxígeno necesaria para el planeta. También interesante es la obra de la afroamericana Courtney Desiree Morris que enlaza, no solo con el movimiento Black Lives Matter, sino también con las políticas medioambientales, la memoria y la búsqueda de un hogar. El brasileño Ernesto Neto (en colaboración con el pueblo Huní Kuin) y el español Daniel Steegmann Mangrané han virado su obra para reivindicar la importancia del Amazonas. Y es que el arte se ha vuelto no solo, pero también, sostenible. “Ha llegado el momento de abandonar el sistema que opone el hombre al resto del mundo, la cultura a la naturaleza y reconocer que todos estamos conectados", resume Steegmann.
“ENTIENDO EL MUNDO COMO UN CUERPO, LA TIERRA COMO UN CUERPO. LA NATURALEZA ESTÁ DENTRO DE NOSOTROS" . ERNESTO NETO