"Es una casa atemporal y sobria, pero también serena, pensada
con materiales que dialogan con el exterior".
Roble, mármol, cristal y color negro son las claves de esta casa en el Norte de Madrid de más de 400 metros que Lourdes Martínez Nieto transformó para una pareja. "La estética más industrial y menos clásica de ciudades como San Francisco o Londres, en las que he vivido, son la inspiración detrás de esta vivienda sobria pero acogedora, serena", nos cuenta. El uso de materiales que dialogan con el exterior es otro de los secretos de este cubo impecable ubicado en una construcción de los años 80. "Cambiamos toda la distribución y ampliamos y modificamos los huecos de fachada y cubierta para introducir más luz", prosigue Martínez. La arquitecta articuló la casa alrededor de una pieza central que actúa a la vez de distribuidor y generador de espacios. En la planta baja: salón, biblioteca, comedor, cocina, lavandería, aseo y habitación con baño en suite. En la superior, cuatro dormitorios, tres baños, un gimnasio y un vestidor. No utilizó papeles pintados ni cortinas sino "materiales naturales como la madera, el acero visto, el Portobello o el porcelánico de gran formato negro para dar calidez y textura a las estancias". Los mezcló con el arte de Jordi Alcaraz, el mexicano Bosco Sodi, Guillem Nadal o Antonio Saura (seleccionados por Elisa Hernando de Arte Global y RedCollectors.com) y también escogió muebles originales de Pierre Jeanneret, Le Corbusier, Arne Jacobsen y Ray y Charles Eames. "Están acorde con el lenguaje de la casa: pocas piezas, pero singulares que forman una composición equilibrada que juega con formas blandas y geométricas". Es, en definitiva, un proyecto de alta costura en el que todo está elegido con tino para que la naturaleza exterior y la nobleza interior se amalgamen en un espacio atemporal.