Templo urbano
Aunque podría ser un santuario entre manglares, la interiorista ALICIA BOWERS vive en una casa con piscina oculta en el barrio de Salamanca.
La exuberante vegetación y la gran piscina son las claves de este casoplón en el centro de Madrid transformado por su dueña, la decoradora canadiense Alicia Bowers.
Alicia Bowers en el comedor. Izda., baño con butaca Cuba de Carl Hansen & Søn, en DomésticoShop. Arriba, la piscina y, en el hall, baúl africano con escultura de Senegal y lámpara Atollo. En la otra página: En la piscina, sofás Bitta de Kettal, mesa y lámparas asiáticas. Arriba, comedor de Kenkoon y, en el salón, chimenea con jarrones Muses de Ferm Living, en DomésticoShop.
Es como si nos adentráramos en un Angkor Wat urbano, un oasis en el que la vegetación y el discurrir del agua crean un espacio minimalista pero con una gran personalidad”, explica la interiorista canadiense Alicia Bowers sobre esta inusual y paradisíaca casa unifamiliar en pleno barrio de Salamanca de Madrid. Erigida hace doce años por el arquitecto Pablo Carvajal Urquijo, cuenta con tres dormitorios (dos de ellos en la segunda planta), cinco baños, dos salones y una oficina distribuidos en sus 400 m2. Sin embargo, lo que más llama la atención es su espectacular patio con piscina de 300m2 cubierto con una pérgola que ha acabado definiendo el interiorismo. “Desde el principió traté de preservar la simbiosis entre el espacio exterior y el interior, consiguiendo que fueran ambientes complementarios por la paleta de colores y la luz”, resalta Bowers. Cuando hace apenas un año se trasladó desde Chile con su familia, la interiorista se vio seducida por su arquitectura, en la que son clave los grandes ventanales de vidrio, el suelo continuo de cemento hidráulico pulido pintado a mano y la iluminación natural que entra por unos enormes lucernarios. Únicamente modificó los colores de las paredes, con un abanico de tonos blancos y negros que contrastan con el aguamarina del suelo, e introdujo algunos cambios en la iluminación artificial. “Traté de que todo tuviera una conexión terrenal, reforzar esa imagen de templo escondido en medio de la selva de asfalto”, asegura. Para el interior, diseñó una decoración centrada en materiales naturales en la que sus piezas de arte africano (“ya no tengo sitio ni para guardarlas”, confiesa), se mezclan con coloridas obras de arte firmadas por Luis Miguel Rico o Javier Martín y con muebles de firmas de primera o encontrados en El Rastro y Los Encantes. En el exterior, donde reina una piscina de formas asimétricas verde turquesa inspirada en los manglares monzónicos y un paisajismo diseñado por Fernando Caruncho, apostó por muebles outdoor en colores tierra hechos para el relax. “Es un lugar increíble, un santuario selvático enclavado en la ciudad. Nos encanta lo privado que es, nadie se espera encontrar algo así en el barrio de Salamanca”, concluye. ABDESIGNS.STUDIO