Des ile de arte
La pareja visionaria al frente de Zadig & Voltaire, Thierry Gillier y Cecilia Bönström, traen su dinámico minimalismo y su envidiable colección a un cl sico edificio de 3ar¬s.
Los fundadores de Zadig & Voltaire, Thierry Gillier y Cecilia Bönström, llenaron su refugio parisino con su extensa colección de arte y su pasión por el minimalismo dinámico.
En el salón, máscaras de vientre Makondé de principios del siglo XX de Tanzania y Mozambique y
Venere Franchetti (1963), de Cy Twombly. En la otra página: Thierry Gillier y Cecilia Bönström en la escalera de su casa de París, junto a esculturas de Indonesia y obra de arte de Georg Baselitz.
En el salón del ático, bajo las vigas, sofá y mesa de centro de Christian Liaigre, sillones Easy de Pierre Jeanneret, sillas
Walaïta (detrás de la mesa de centro) de Etiopía; enorme lámpara de Franz West (en la estantería, detrás de las sillas), máscara Idoma de Nigeria, escultura Fang del siglo XIX procedente de Gabón y, en la pared, obra Venere Franchetti (1963) de Cy Twombly.
Su casa es su mejor museo, por sus obras les conoceréis. Tras abandonar un querido apartamento haussmanniano, Thierry Gillier, fundador de la firma parisina Zadig & Voltaire, su esposa, la directora artística Cecilia Bönström, y sus cuatro hijos, viven ahora en un dúplex de 500 m2 con un interior minimalista que enmarca una abundante y variada colección de arte. Antes de dejar su impronta en la moda, Gillier era artista y el coleccionismo, también de muebles y objetos, se convirtió en pasión. Su amor por la corriente minimalista y monocromática comenzó cuando vivía en Nueva York, tras estudiar diseño en la Parsons School of Design, y pintura y cine en el Bard College en los años 80 y 90. Después de trabajar en Yves Saint Laurent, creó su propia marca con el nombre de su libro favorito, Zadig de Voltaire. Para este francés, la moda es un arte tan importante como la literatura o el cine. Como directora artística, Bönström aporta su propia estética. Originaria de Suecia, su visión se basa en el minimalismo escandinavo aunque, sin embargo, hay sutiles diferencias con la simplicidad que busca su marido. De hecho, después de que empezaran a comprar arte y objetos juntos, su colección evolucionó del tranquilo refinamiento a algo más imaginativo. Es así como su nuevo refugio, una casa de dos plantas en la calle Galilée, en el distrito 16 de París, a sólo cinco minutos de la sede de Zadig & Voltaire, rezuma
Rincón de la Hill House en Escocia, obra de Mackintosh y su retrato. Dcha., tote con la Side Chair impresa y cartera con la rosa de sus vidrieras. Arriba, la silla 312 Willow 1 que edita Cassina.Equam omne conte ad imaio, que ina, nes clegite movesse nonem, Patius ocaetiem P. Opienatur. Catuam in inte
En el ático, una colección de adornos de plástico de los enanitos de Disney junto a Buste de Femme
(1970) de Pablo Picasso. En la otra página: El comedor, con mesa de madera hecha a medida por Thierry Gillier y su carpintero; sillas de comedor de Olsson & Jensen y fotografía Untitled #550 (2010/2012) de Cindy Sherman.
En la cocina industrial de acero inoxidable, isla de piedra Ceppo di
Gré (roca italiana caracterizada por la presencia de grandes cantos) industrial de acero inoxidable y carpintería. Encima, escultura de neón La Nuit Pendant que vous Dormez, Je Détruis le Monde (2007) de la arista Claude Lévêque.
sensualidad, mostrando elegancia y también juego. Aquí comparten su visión estética trasladada al interiorismo. “Cada vez que compramos una nueva vivienda buscamos un diseñador distinto”, explican. Esta vez, el arquitecto belga Bernard Dubois fue el encargado de crear una atmósfera en la que pasado y futuro coexistan. “Quería una casa diferente a las que tengo en otros países –explica Gillier, refiriéndose a sus inmuebles en Normandía y en Manhattan. “Soñaba con un lugar que captara nuestro estilo minimal y al mismo tiempo armonizara con nuestra colección”. Cada centímetro está cuidadosamente pensado. Las paredes están ocupadas por pintura y fotografía en gran formato, y las figuras antiguas de África e Indonesia añaden calidez al ambiente moderno. “Me gusta el arte con una clara individualidad –explica el dueño–. Son obras duraderas que siempre te inspiran. Hace un par de años descubrí el estilo de pintura monocromática coreana, el dansaekhwa. Quedé hipnotizad0”. También le interesa la vanguardia de los 90, como el trabajo de Steven Parrino, que rasgaba y estiraba los lienzos. Las pinturas de Picasso, Jean-Michel Basquiat, Cy Twombly y Christopher Wool se suceden, cada una tiene su espacio y magnetismo. “Coleccionar arte es como coleccionar historias. Curiosamente, mi línea no ha evolucionado con el tiempo, pero ahora tengo más habilidad para elegir. Cometo menos errores. Compramos hasta el punto de no poder albergar todas las obras en casa. Si es necesario, vendemos. También tenemos muchas en nuestra oficina”. La moda y el arte parecen ser similares, pero cada uno tiene su propio flujo. “Yo fui un artista que dibujaba, y ahora soy un diseñador que hace ropa. Conozco las diferencias y actitudes de las dos disciplinas. La moda es más rápida y busca algo nuevo y mejor. Pero yo recibí mis conocimientos sobre la moda a través del arte”. ZADIG¤ET¤VOLTAIRE.COM