ABC - Alfa y Omega Madrid

Un año jubilar para uno de los vergeles vocacional­es de España

▼ El Papa Francisco concede un año santo a las Hermanas Pobres de Santa Clara de Soria con motivo del 75 aniversari­o de la adoración eucarístic­a permanente

- Fran Otero @franoterof

El monasterio de Santo Domingo de Soria, donde vive una comunidad de hermanas pobres de Santa Clara, se ha convertido en los últimos años en una referencia a nivel vocacional para la vida religiosa contemplat­iva. En una época en la que se tienen que cerrar conventos, en su comunidad entran cada año una o dos jóvenes. Ellas lo atribuyen a la acción de la venerable madre Clara y a uno de sus legados, la exposición permanente de la Eucaristía, que cumple 75 años el próximo 11 de agosto, festividad de santa Clara. Ese mismo día del año 1942 comenzó la adoración eucarístic­a permanente, gracias al incansable empeño de la madre Clara, que repetía frecuentem­ente, como san Francisco: «¡El Amor no es amado!». No le fue fácil, pues sufrió persecució­n, incluso de gente de Iglesia. «Había sacerdotes que no lo entendían», cuenta a Alfa y Omega la madre abadesa actual, sor María Concepción Puente.

Hoy, 75 años después, el Papa Francisco les acaba de conceder un año jubilar. Quedará inaugurado el 11 de agosto, con la apertura de la Puerta Santa y la Eucaristía presidida por el obispo de Osma-Soria, Abilio Martínez Varea, que tuvo mucho que ver en que se otorgase este jubileo. «Al poco tiempo de llegar a la diócesis, en mi primera visita a las clarisas de Soria, me hablaron de la posibilida­d de celebrar un año jubilar para el monasterio y para la comunidad. Inmediatam­ente hice la solicitud al Vaticano, acompañada de una carta personal en la que se explicaba el motivo del poco tiempo que mediaba entre la solicitud y la fecha de inicio del año jubilar. Poco después, recibí la respuesta afirmativa de la Penitencia­ría Apostólica y, a partir de ahí, hemos comenzado a caminar», explica el prelado en entrevista con este semanario.

El objetivo principal de este acontecimi­ento –añade– es fortalecer la fe de las comunidade­s parroquial­es, la devoción a la Eucaristía y que se valore la vida consagrada contemplat­iva, de manera especial la de las Hermanas

La madre Clara, ¿beata?

La figura clave en este monasterio soriano y en la devoción a la Eucaristía es la madre Clara, que vivió en el convento entre 1922 hasta su muerte en 1973. Declarada venerable el 3 de abril de 2014, su camino hacia los altares se encuentra en punto muerto tras el fallecimie­nto del vicepostul­ador, aunque será por poco tiempo, pues el obispo Abilio Martínez se ha comprometi­do a reabrir el proceso de milagro. «Tenemos gracias muy especiales», reconoce sor Concepción. «No sé que pensará desde el Cielo, pues era muy humilde», añade.

Las hermanas actuales están convencida­s de que esta devoción por la Eucaristía es lo que ha permitido que se sigan suscitando vocaciones para su monasterio, pues, de un modo u otro, están relacionad­as con ella. «La madre Clara también estaba muy preocupada por las vocaciones y se las confiaba a Jesús Sacramenta­do. Ponía al lado del sagrario 50 piedrecita­s para que Dios suscitase tantas vocaciones. Ella vio durante su vida más de ese medio centenar», apunta la madre abadesa.

En la actualidad, un centenar de hermanas componen la comunidad, repartidas en cinco conventos: Soria (54), Valdemoro (14), Medinaceli (diez), Zimbabue (doce) y Mozambique (seis).

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En la iglesia de Santo Domingo hay adoración eucarístic­a permanente

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