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Alabanzas desde Roma a la actitud del obispo de Ratisbona contra los abusos

Un informe diocesano documenta más de 500 casos de maltratos (incluidos 70 de abusos sexuales) en el coro infantil de la catedral de Ratisbona

- R.B.

«Por fin he encontrado la paz». Alexander Probst fue una de las primeras víctimas que, en 2010, dio el paso de denunciar los abusos sexuales y el maltrato físico sufridos en la escuela adyacente al milenario coro de la catedral de Ratisbona. Necesitó 40 años para atreverse a hacer pública su historia. Cuando se sintió preparado para enfrentars­e a los fantasmas de su pasado, buscó a su antiguo agresor, un profesor, para oír de sus labios una petición de perdón. «Pero cuando supe que había continuado abusando de niños hasta los años 90, comprendí que esa disculpa no era posible», ha dicho Probst a la radio pública alemana Deutsche Welle.

Tampoco le satisfizo la respuesta de la diócesis ni la de su entonces obispo, monseñor Gerhard Ludwig Müller, que entendió que estaban minimizand­o el caso. Pero todo cambió con la llegada de Rudolf Vorderholz­er, quien en 2015 erigió una comisión que, trabajando desde la absoluta independen­cia, iba a dedicarse a indagar sobre lo ocurrido, con el abogado Ulrich Weber al frente. «El obispo Vorderholz­er me pidió perdón, aunque lo ocurrido no hubiera sido culpa suya. Esa conversaci­ón con él significó para mí más que cualquier petición de perdón que hubiera podido conseguir de mi agresor», ha dicho Probst.

Otras víctimas se han expresado en términos similares tras la presentaci­ón del informe de Weber, que en sus 450 páginas afirma que al menos 547 niños sufrieron violencia física y/o psicológic­a entre 1945 e inicios de los 90 (de ellos, 67 fueron víctimas de abusos sexuales). Quienes pasaron por la escuela hablan de algo parecido a «una prisión», a «un infierno» o a «un campo de concentrac­ión». Ahora, las víctimas recibirán una petición de perdón y una compensaci­ón económica, aunque civilmente la mayoría de los casos haya prescrito.

El interés mediático por el caso se ha centrado en Georg Ratzinger, hermano del Papa emérito, que fue

director del coro infantil entre 1964 y 1994. Weber afirma que no hay ningún indicio que sugiera que pudo conocer los abusos sexuales, aunque sí le reprocha haber mirado hacia otro lado con el maltrato físico. Georg Ratzinger ha reiterado la petición de perdón a las víctimas que ya hizo en 2010, cuando aseguró que, de lo que le contaron en su día los chicos, no imaginó la magnitud real de la violencia en los castigos.

«Podíamos haberlo hecho mejor»

También reiteró su petición de perdón la diócesis de Ratisbona, que en un comunicado aseguró que «todos hemos cometido errores y hemos aprendido mucho». El vicario general, Michael Fuchs, dijo que «podíamos haberlo hecho mucho mejor» y pidió un papel más activo para la Iglesia en el futuro en este tipo de investigac­iones

Desde Roma, se pronunció el jesuita Hans Zollner, originario de Ratisbona y miembro de la Comisión Pontificia para la Tutela de Menores, que en una entrevista al diario La Repubblica alabó «el ejemplo del obispo» Vorderholz­er, que espera que «siente cátedra en muchas otras Iglesias locales». Para corregir «todos los errores del pasado» –afirma Zollner–, es necesario «escuchar a las víctimas y resarcirla­s en lo posible».

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Altrofoto.de Monseñor Vorderholz­er con dos antiguas víctimas (a la derecha, Alexander Probst)

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